Gustavo Remesar ganó el certamen el año pasado gracias a su personalidad y un tono de voz único. Se hizo conocido como "El Carnicero de Longchamps" y sumó popularidad en todo el país. Hoy algunas luces se apagaron pero, gracias a su talento y convicción, sigue peleando para volver a triunfar
Gustavo Remesar se hizo conocido cuando una noche del año pasado se presentó en el "Soñando por Cantar" y sorprendió con una voz potente y una imagen muy parecida a la de Luciano Pavarotti. Desde ese día, su imagen fue creciendo hasta que, en el último programa, terminó ganando el certamen cuando se impuso, por el 56,71% de los votos, a Nadia Bianchetti. A partir de ahí todo el mundo lo conoció como "El Carnicero de  Longchamps" ya que, más allá de su pasión por el canto, se ganaba la vida en una carnicería ubicada en su lugar de nacimiento.

Pero como suele ocurrir en cada uno de estos programas, la fama y la popularidad del "Carnicero" se fue apagando y ahora, a un año de aquella noche de gloria, está peleando para regresar al medio. "Voy a hacer temporada en el verano. Tengo un amigo que tiene un restaurante en Mar del Plata y como un homenaje le puso mi nombre. Muchos se creen que es mío pero nada que ver. Se llama 'La Cantina de Gustavo, el Carnicero del Soñando', pero es algo que hizo de onda. Ahí voy a estar todas las noches del verano cantando y después, si sale algo, bienvenido sea", dice este padre de siete hijos y abuelo orgulloso que siempre entendió el juego mediático y por eso asegura que el golpe no fue tan duro.

"Yo siempre me las arreglé para poder vivir de la música. Pero no puedo negar que hubo una diferencia abismal desde lo que pasó en el Soñando. Cambiaron los números, cambiaron las ofertas. Desde el primer programa empecé a laburar como loco", cuenta en diálogo con DIARIO POPULAR.

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La exposición a la que lo llevó aquel triunfo en un programa que superaba los 20 puntos de rating le disparó shows por todo Capital Federal, el Gran Buenos Aires y el Interior. Pero, de a poco, esas presentaciones se fueron raleando y es ahí donde tuvo que aparecer esa fuerza interior y la capacidad para saber que "esto iba a suceder".

"En Capital y Gran Buenos Aires uno de a poquito se va diluyendo, yo lo tengo claro. Viendo las experiencias de los ganadores de los realities uno sabía que de a poco se iba a ir muriendo. Yo tuve la suerte de que me instalé muy bien dentro del ambiente, tengo una excelente relación con mis pares, me pude vincular muy bien con gente de mucha trayectoria. Eso me instaló en el medio, pero a nivel popular uno se va diluyendo y es esa lucha la que hay que dar, la de volver", asegura.

Pero lo que también tiene claro es que la irrupción del Bailando en el interior del país es el motor para volver a ser. "En el Interior uno aún es muy conocido, voy a lugares que me ha tocado cerrar festivales para 15 mil personas. El programa tenía un vínculo muy fuerte en el Interior que aún se mantiene y cada vez que tengo la suerte de ir me llena de felicidad", dice.

Una de las cosas que cambiaron en la vida del "Carnicero" es su situación económica. Sin embargo, jamás sintió la necesidad de adaptarse a una vida de "divo"; todo lo contrario, y por eso hoy ni siquiera tiene representante. "Mi situación económica claro que cambió. Pero siempre es algo que se te escapa, porque uno sigue siendo el mismo. Mis shows los venden algunas empresas, pero no tengo exclusividad con nadie", asegura.

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Afiche de presentación de Gustavo en un show de 2014


Pero esos ingresos nada tuvieron que ver con el triunfo en el Soñando, sino con su consecuencia. "Yo quiero aclarar que no cobré ningún premio, porque en algún momento se dijo que me llevaba dinero. Nunca me prometieron nada, eh. Yo lo que quería era ganar popularidad y eso lo logré", recuerda.

Un profesional que confía a muerte en sus condiciones y esa fe fue lo que lo llevó a bajarse de un gigante como Ideas del Sur. "Cuando terminó el programa la idea era que ellos me manejen los shows: era llevar al ganador del Soñando por el país. Pero después no funcionó y me bajé porque económicamente no me servía. Hoy estoy solo y con ganas de hacer un teatro en la calle Corrientes. Vamos a ver si es posible, la idea es hacerlo en el verano. Pero veremos", cuenta.

Un sueño que aún continúa pero que ya no tiene las luces de otros tiempos. Sin embargo, el "Carnicero del Soñando" sigue peleando por ganarse un lugar en un medio que suele utilizar y luego tirar a sus propios productos. En este caso, su convicción y seguridad es lo que lo ayudó a seguir adelante.

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