La primera edición fue un éxito y el ganador terminó siendo una sorpresa:
Federico Blanco, de Wilde, se quedó con el premio y el reconocimiento de miles de adolescentes que no paraban de pedirle autógrafos y fotos.
Ya pasaron 13 años de aquel suceso y hoy la vida de
Fede está bien lejos de los medios y su presente poco y nada tiene que ver con aquel mediático que exponía su vida las 24 horas al día.
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Hace cuatro años que vivo en Bahía Blanca. Me dedico a la gastronomía y me surgió la posibilidad de abrir un restaurante acá y me vine. Aunque en el medio han pasado muchas cosas", le cuenta Fede a
DIARIO POPULAR. Lo que pasó fue casi una vida, y hoy, con apenas 35 años, la resume de manera ejemplar. "Cuando salí de El Bar estaba decidido dedicarme a la gastronomía. Encontré laburo en un hotel importante de Buenos Aires y ahí conocí a la que hoy es mi mujer, que casualmente es de Bahía, y comenzamos nuestra historia. Al poco tiempo de salir me surgió una propuesta de laburo en Punta del Este y nos fuimos. La verdad es que era un puesto muy alto para mi edad, de mucha exigencia, tanto que mis pares eran tipos como Francis Malman. Por eso no me fue bien y me terminaron echando. Ahí empecé con un delivery de comida oriental hasta que decidimos ponerlo en Bahía Blanca. Hoy es además un restaurante (se llama ONWOK) y por suerte nos va muy bien. Me traje a vivir a mi hijo Santiago, de diez años (lo tuvo con otra mujer) y la verdad es que acá me cambió la cabeza, es muy lindo vivir sin la locura de Buenos Aires", dice.
El hombre que hoy le escapa a la locura vivió en medio de las fiestas, las mujeres, las peleas de una casa que televisaba todo y que era seguida por millones de argentinos. Sin embargo para Fede nunca fue un objetivo alcanzar la fama, solo fue un puente para su único fin: laburar en la grastronomía.
"Entré de casualidad al Bar. Fue por una apuesta que le hice a mis amigos, me metí y me terminaron eligiendo", dice.
Sin embargo esa casualidad lo llevó a ganar el juego por el que le pagaron
100 mil pesos, en ese momento
100 mil dólares, aunque no tuvo demasiada suerte al cobrarlo.
"A los pocos meses de meterlo en el banco me agarró el corralito. Fue un bajón, yo venía de clase media, de laburar mucho y era la primera vez que pegaba una guita. Tuve que sacar bonos, adherirme a canjes, un garrón que me llevó años para cobrar. Por suerte pude manejarlo y no me pegó tanto el bajón", dice.
Fede era el bueno de la casa. No era de aquellos que transmitían ese espíritu rock and roll que le imponía Cuatro Cabezas, la productora, al programa. Será por eso que su triunfo no fue bien visto en la productora y por eso nunca más tuvo contacto con alguien del ciclo. "No me hablé con nadie de la productora, estaban re calientes con mi triunfo. Porque yo no daba el perfil que ellos querían. Hubiesen preferido que gane Maxi o Granelli, pero gané yo y algunos de los productores que tenían onda conmigo me contaban que no les gustó demasiado", dice.
Fede tampoco tiene relación con sus ex compañeros de El Bar, aunque sí buenos recuerdos de algunos: "No me hablé con nadie, no es mi palo. Yo siempre supe que pasaba El Bar y se terminaba todo. No me interesan los medios. Además en el programa por ahí me tenía que fumar ciertos tipos, ciertas personalidades que en la vida ni loco lo hago. Pero tengo muy buenos recuerdos de ese paso y de tipos con muy buena leche".
Trece años después ya no tiene miles de chicas que lo aclaman, tampoco los pasacalles y carteles. "Era muy loco ir a lugares donde me recibían con carteles, la gente me seguía", recuerda. Hoy lo reconocen algunos cuando entran a su restaurante en Bahía Blanca y para los que se animan a encararlo él siempre tiene una sonrisa y una "respuesta ya grabada": una vida por delante y que seguramente le contará a su hijo que en el año 2001 su padre paralizó al país.
"La fama nunca me interesó"Si algo tuvo en claro Fede es que el medio no era su lugar en el mundo. Gracias a eso logró superar la exposición que le generó ser el ganador del reality.
Si algo le dio El Bar, además de los 100 mil dólares, fue popularidad y reconocimiento de la gente. Sin embargo esa fue una de las cosas por las que tuvo que luchar Fede para recuperar su vida habitual. "Fue todo muy fuerte, para un pibe como era yo en ese momento la experiencia me superó. Dejé el kiosco de la esquina con los amigos, no tenía paz por ningún lado y tuve un tiempo largo sin salir a la calle. No podía ni ir a comer a un restaurante", cuenta.
Pero su convicción y sus ideas claras, hicieron que pudiera superar ese mal momento y recuperar el camino. "No necesité nunca de atención psicológica. Fui tomando decisiones, algunas equivocadas y otras no. Pero creo que lo que me salvó fue que siempre tuve en claro que ese no era mi mundo, el careteo no me va y por eso hice todo lo posible para recuperar mi vida", cuenta.
Esa locura duró un tiempo y no fue para nada fácil de manejar. "Creo que fueron dos meses más o menos donde no podía ni vivir. Salíamos del Bar y me encontraba con gente que me ponía carteles, gente que me llamaba, que quería estar conmigo. Era demasiado para un pibe", cuenta.
Esa exposición es la que muchas veces lleva a quienes no están firmes a tomar caminos equivocados. Cristian Mercatante, estuvo en el Bar II, varias veces apareció en los medios mostrando sus problemas con las adicciones. Fede no participó del mismo reality, pero tuvo una muy buena experiencia con él. "Me acuerdo que cuando lo echaron del Bar yo le hice la campaña para que vuelva y pegamos muy buena onda. Es un pibe bárbaro, un gran muchacho, lástima por lo que pasó. Tampoco sé nada de él, más allá de la última vez que lo vi en la tele. El medio es así", cuenta.
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