El jueves estrena Todos Tenemos un Plan, opera prima de Ana Piterbarg en la que el actor de Hollywood interpreta a dos gemelos en una historia de intrigas y traiciones rodada en el Delta. La estrella dice que para aceptar no se fija si es una superproducción o un film independiente.
Viggo Mortensen, el actor que dirigieron Brian de Palma, Peter Jackson y David Cronenberg, entre otros, incursiona en el cine argentino como figura central de Todos Tenemos un Plan, cinta dirigida por Ana Piterbarg, con Soledad Villamil, Sofía Gala y Daniel Fanego, que estrena el jueves en las salas locales.

Me presentan montón de guiones por año y casi todos los rechazo porque no son buenos, pero el escrito por Ana Piterbarg es una excepción. No son buenos, no son originales, no están bien escritos, y en los que son interesantes los personajes no están bien logrados y en general no son cuentos que me interesen”, dice.

De vez en cuando hay algo... y no miro si es una superproducción o un film independiente, en castellano o en inglés. Busco cuentos interesantes, mientras que pueda seguir dándome el lujo de elegir un poco, de poder esperar”, confiesa.

Extremadamente tímido y con un perfil que sorprende por lo bajo, el actor de El Señor de los Anillos y Promesas del Este confiesa su alegría por su primer trabajo en la Argentina.

Mortensen, que nació en Nueva York hace 54 años, es hijo de padre danés y madre estadounidense, que partió con su familia siendo un niño rumbo a Venezuela y luego a la Argentina, donde vivió en las  sierras de Córdoba entre los 6 y 11 años, hasta la separación de sus padres y la vuelta a su país natal.

Hacer de argentino es muy fácil para mi, porque viví mucho tiempo en este país”, afirmó Mortensen, en un español fluido y claro, y añadió que “fue muy interesante hacer esta película, porque tuve que encarnar a un hermano que reemplaza a otro. Cuando hago cualquier papel me pongo a creer en él lo más que puedo y, si yo lo creo, lo más probable es que alguien en el cine también lo crea”, añadió.

Viggo interpreta a dos hermanos gemelos que se reencuentran después de muchos años y se ven envueltos en un peligroso juego de intrigas y traiciones. Uno de los hermanos es Agustín, un pediatra que con su esposa está al filo de adoptar un hijo, y el otro es Pedro, que vive solo en el Tigre como apicultor, los dos alejados entre sí desde niños. Agustín y Pedro son muy diferentes, uno comprometido con una serie de delitos y angustias distintas a las del médico.

Agustín llega al Tigre pensando que esa sería la mejor forma de escapar de una aparente felicidad que  no lo convence, y de la noche a la mañana se sumerge en una pesadilla, aquella que era la de su hermano en el Delta y de su entorno igual de oscuro y desgraciado.

Con una perspectiva totalmente distinta, el nuevo Agustín se juega entero para redimir a una chica a la que apenas conoce y esconde sus propias miserias, y que juega peligrosamente con él al todo vale, mitad pasión, mitad traición, siempreal filo de caer en ese lugar ominoso del que no se vuelve.

De los dos hermanos buscaba descubrir las cosas que los separaban, por ejemplo que no queda mucho amor entre ellos... el qué pasó entre ellos cuando eran chicos lo tuve que imaginar y trabajar. Es decir, más allá de qué hablan, se mueven y miran de manera diferente”.

En las secuencias en las que aparecen los mellizos juntos, me interesaba ver lo que recién había rodado, en qué lugar de la composición estaba y hablar con la directora como con el director de  fotografía para llegar a los mejores resultados” dice sobre las escenas que comparte consigo mismo.

“Me pareció un thriller muy interesante por su aspecto psicológico, por el paisaje y con un plus, que era una película argentina, y como me crié aquí, tenía su atracción... Podría haber rodado en Argentina antes, quería hacerlo hace años, pero no aparecía el guión, hasta que me llegó el de Ana y me empeñé en encontrar el hueco para hacerlo”, dice.

Para Mortensen, “era interesante hacer de dos hermanos sin exagerar demasiado, que las diferencias  fueran sutiles y más allá de las dudas, al ver el producto terminado me doy cuenta de que funciona, que por mucho que Agustín y Pedro se parezcan son muy diferentes”.

“Me di cuenta enseguida que Ana estaba muy preparada incluso para la incomodidad de filmar en el Delta en invierno, y que si teníamos un poco de suerte con el clima y las mareas, y los actores éramos buenos, quienes me acompañaron lo son, todo iba a salir muy bien”, asegura.

“Ellos tienen maneras diferentes de encarar el trabajo en el set, y fueron excelentes, perfectos para los personajes. Sabía que la Argentina tiene fama de producir buenos actores, directores y equipos técnicos, hay mucho talento acá y tradición de hacer buen cine y teatro”, comenta.

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