A 35 años de una Selección que merece ser reivindicada
El equipo argentino, que consiguiera el logro en nuestro país con la conducción de Menotti y figuras de la talla de Fillol, Passarella, Kempes, Bertoni y Luque entre otras grandes estrellas, en el recuerdo.
Tan lejos y tan cerca quedó aquella primera Copa del Mundo que ganó Argentina hace ya 35 años. Tan lejos en el tiempo y tan cerca en el recuerdo que distingue y fragmenta la consagración deportiva de los alcances de la dictadura. Ese equipo y esa Selección que imaginó y armó el Flaco Menotti merece ser reivindicada. Porque el clima de época que le tocó vivir y padecer terminó opacando la dimensión exacta y precisa de su logro. Nada más injusto.
El fútbol agresivo, dinámico y potente que supo denunciar la Selección quedó plasmado en la brillante final ante Holanda. Aquel 3-1 en tiempo suplementario reveló la convicción inquebrantable del equipo. Convicción anímica y recursos técnicos y estratégicos para quebrar a una Holanda que todavía conservaba el perfume del fútbol total que había asombrado al mundo en Alemania 74. ¿Qué proponía la Selección que conducía Menotti? Protagonizar los partidos. No esperar. No acurrucarse detrás de un contraataque afortunado. Tomar decididamente la iniciativa. Salir a jugar desde el arranque manejando la pelota con Olguín, Galván, Passarella y Ardiles en el medio, hasta concluir con Bertoni, Luque y la enorme influencia y capacidad goleadora de Kempes. Quizás esta idea que impuso Menotti de competir mano a mano con los más poderosos sin complejos de inferioridad, fue la expresión de un éxito tan simbólico como real.
Se permitió la Selección desde su orientación convencerse de sus fortalezas. Aún después de la derrota en primera ronda frente a esa formidable selección que fue Italia. No claudicó nunca el equipo. Ni jugando mal, como lo hizo en el 0-0 ante Brasil, en Rosario, cuando Menotti colmó su fastidio y su bronca pasajera por la mediocre producción ante el scracht, que dirigía un entrenador de clásica formación europea como Claudio Coutinho. Es cierto, no dio cátedras la Selección. No fue la representación lujosa de un equipo a la medida del fútbol que siempre idealizó Menotti, desde que se maravilló con aquel Brasil deslumbrante de México 70. Pero transmitió personalidad, temple y firmeza colectiva para encarar una competencia hasta ese momento ajena a sus ambiciones. Esa Selección tan desvalorizada antes y después del Mundial por razones que exceden largamente al fútbol, terminó naturalizando algo esencial: Argentina tenía historia y jugadores para levantar la Copa. Y la levantó ese 25 de junio de 1978.