Un periodista de Diario Popular estuvo presente en el pico de tensión que vivió el plantel de Argentina con la prensa en aquel Mundial. Los rumores terminaron alejando a los cronistas de los jugadores
Nunca fue un lecho de rosas la relación entre los jugadores de la Selección y los periodistas. Antes del Mundial 86, el plantel de Carlos Bilardo, que luego alcanzaría la gloria dejando de rodillas tanto a los rivales como a la desconfianza popular, convirtió al periodismo en su gran enemigo para transformar esa bronca en energía positiva, en un conductor motivacional que les diera mucha fuerza para alcanzar el gran objetivo. Sin llegar, claro, a negar el contacto y las declaraciones. Pero mostrándole los dientes a la prensa por las duras críticas, impiadosas pero justificadas por la clasificación milagrosa al Mundial de México y los muy malos rendimientos previos.
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El comunicado entero de los 26 jugadores de la Selección. Messi tomó el micrófono: "No vamos a hablar más con la prensa" pic.twitter.com/1xGQyNRrLp
Francia 98 fue otra cosa y quien esto escribe puede atestiguarlo. La relación de tensión entre la prensa y los periodistas empezó por la decisión del cuerpo técnico de Daniel Passarella de impedir que se observaran las prácticas a través de lonas colocadas en el alambrado. Según se supo años después de fuentes seguras, no era para esconder una táctica secreta sino una cuestión de negocio: si la Selección era campeona del mundo, la filmación de la intimidad con imágenes exclusivas se vendería en una cifra millonaria.
Con el correr de los días, distintas informaciones y trascendidos fueron tensando la relación entre el plantel y la prensa. La versión de un doping positivo (en un control interno) adjudicado a la Brujita Verón y los rumores de peleas internas profundizó la grieta. La victoria 1-0 a Japón en el debut aflojó la tensión. Pero a los pocos días explotó todo. Una revista de actualidad revelo que el día libre posterior del plantel incluyo hasta una sesión de sexo y placer con señoritas contratadas para tal efecto. Claro, muchos de los protagonistas eran casados y padres de familia.
Fue en L'Etrat, un pequeño y pintoresco pueblito del sur de Francia, el 18 de junio de 1998. En el anfiteatro de un centro de entrenamiento deportivo como escenario. Todos los jugadores de aquella selección, sentados de frente a más de cien periodistas, anunciaron algo similar a lo que se comunicó después del partido en San Juan ante Colombia. Diego Simeone fue la voz cantante aquella vez tan lejana en el tiempo, como Lionel Messi lo hizo hace pocas horas (los dos en su condición de capitanes). Una historia repetida, con distintos protagonistas.
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