En los números, antes de su arribo al club que ama, Benedetto se sostenía solo. Su promedio de gol es la columna vertebral de su carrera: marcó 77 en 220 encuentros, una media de un gol cada tres partidos. La mayoría los gritó en América, un gigante de México. Benedetto sabe jugar con presión: fue, en las Aguilas, la figura que brilló en la final de la ConcaChampions de 2015, donde fue elegido MVP. Benedetto sabe, también, salir campeón: ganó dos ConcaChampions, un título local con Arsenal, la Copa Argentina con el conjunto de Sarandí y la Supercopa Argentina.
Pero todavía no sabe adaptarse a Boca.
"Me siento con confianza. La situaciones de gol se están generando. Me dejaría más tranquilo empezar a convertir. Tengo que seguir trabajando", dijo el delantero, buscado ferozmente con la prensa. Él, calmo y sereno, no esconde sus miedos: quiere que el arco se le abra lo antes posible para que los murmullos y las dudas sobre él se disipen.
Hasta el momento, hizo un solo gol. Fue un cabezazo ante Santamarina, por Copa Argentina. En el torneo local no funcionó. Acumuló, en tres presencias —una mínima contra Belgrano—, cuatro situaciones de gol: un par ante Belgrano, otro frente a Godoy Cruz. Está debajo del promedio de su carrera: 3.25 chances de gol por juego. De esas, según datos arrojados por informes de Wyscout, una aplicación de bigdata utilizada por los equipos más importantes del mundo para estudiar rivales y partidos, el 14% son goles.
"Me siento cómodo jugando de 9", dice Benedetto. Es que siempre jugó ahí: salvo alguna excepción donde se volcó como segunda punta, su costumbre fue ubicarlo como punta. Tendrá que empezar a transformarse en el jugador que fue a buscar Boca: un nueve mortal adentro del área. Hasta el momento, no se lo vio.
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