Dos años atrás, nadie creía que Benevento podía jugar en la Serie A. No era simplemente una creencia: Benevento, un club humilde de un pueblo de 70.000 habitantes, una institución que sufrió tres refundaciones desde su creación en 1929, un equipo frágil, había subido a la Serie B esa misma temporada. Después vino el batacazo. Subieron de categoría ocupando el tercer cupo que ofrece la segunda división del fútbol italiano. Le ganaron al Carpi en los playoffs.
Ahora, en la Serie A, el sueño se transformó en pesadilla.
"Nosotros no tenemos a Higuaín, pero sí jugadores con mucho corazón", advirtió Oreste Vigorito, el presidente del Benevento, antes de que su equipo debutase en la máxima categoría del fútbol italiano. A él le deben el subidón de los últimos años. Transformó al club con una revolución completa.
Nacido en Herculano, una antigua ciudad romana del sur de Italia, licenciado en Derecho y Filosofía, es dueño de una de las mayores empresas de energía eólica del país. Vigorito agarró al club en la Serie C y en dos años lo puso en la élite, lo cual fue un hito único para un club que en 1989 deambulaba por las categorías regionales del fútbol italiano. Para armar el actual plantel, que no cuenta con ningún sudamericano —una rareza para el fútbol italiano—, invirtió 22 millones de euros.
Pero el castillo de naipes se derrumbó rápidamente. Benevento marcó otro hito pero a nivel europeo. Tardó quince fechas en sumar su primer punto. Nadie nunca había demorado tantos juegos en meter el primer poroto en el cajón de los puntos. El récord era del Manchester United, cuando en la temporada 29/30 descendió. Es imposible pensar que el final del Benevento también sea así: trágico, triste, anunciado.
En el medio, desecharon a Marco Baroni, el entrenador que lo había catapultado a Primera. Ahora trabaja Roberto de Zerbi, un inexperto director técnico que en su currículum solamente luce dos meses de trabajo en el Palermo. De Zerbi lo mandó a Alberto Brignoli, su arquero, a cabecear porque caían por 2-1 contra el Milan. Y ocurrió el milagro: Brignoli conectó la pelota, empató el partido y rompió el maleficio.
Ahora la mira está puesta en un nuevo objetivo. De Zerbi declaró: "Mientras esté acá, voy a creer que puedo dejar al equipo en Serie A". Aunque en términos futbolísticos parece una utopía, los números no lo muestran tan lejos de conseguirlo: están a nueve puntos de Genoa, el último club en conservar la categoría. Pero la realidad demanda otra cosa.
Para no quedar todavía más manchado en la historia del Calcio, debe alcanzar las 21 unidades que sumó el Treviso en 2006, en la que significó la cantidad más baja de puntos obtenida por un equipo en torneos de Serie A con 20 equipos. ¿Lo conseguirán?