En el fútbol de hoy, los entrenadores exhiben con omnipotencia sus egos, poniéndose por encima de los jugadores, del club y hasta de la realidad que les toca vivir. Es más, ellos mismos se jactan de describir como un cuestión "de honor", lo que se describe como morir con las botas puestas, que no es más ni menos que el empecinamiento de mantener su filosofía de juego contra viento, marea, y hasta resultados, y esa actitud, suele llevarlos, en muchas ocasiones, a fracasos insoslayables.
Por eso, el gran mérito de Diego Cocca al frente del plantel de Racing pasó por su inteligencia para saber cambiar a tiempo, porque arrancó con la idea de imponer un funcionamiento que se basaba casi exclusivamente, en la posesión del balón, pero cuando vio que el equipo necesitaba otra cosa, a partir de la características de sus jugadores más destacados, no se casó con el sistema ni con los propios futbolistas que el había señalado como integrantes de la formación base, y logró revertir la situación, para que en base a la solidez defensiva y la contundencia del ataque, la Academia sumara cinco victorias en fila, sin recibir goles, y a una fecha del final del campeonato, haya quedado a las puertas de la gloria, porque si le gana a Godoy Cruz en su próximo compromiso de local, volverá a dar la vuelta olímpica después de trece años de espera.