De estar afuera de los clasificados a estar adentro. De las dudas al desahogo. Lionel Messi también lo necesitaba, tras un par de fechas ausente. No fue el mejor de la cancha,
pero mostró una imagen muy diferente a la que se observó la última vez que pisó este Estadio Nacional, en la final de la
Copa América perdida de 2015.
Lo que parecía un partido abierto a espaldas de los mediocampistas de una y otra Selección se convirtió en una repetición de errores. Tras el gol de Chile, luego de que
Felipe Gutiérrez cabeceara solito en un córner ante la atenta mirada de
Lucas Biglia, Argentina decidió tapar a sus errores con carácter. El peso de sus individualidades lo llevó al empate (corajeada de Agüero y definición con clase, y con la de palo, de Di María) e incluso al 2-1, con alta cuota de responsabilidad de Otamendi al ir con todo para bajar de cabeza una pelota en el área, cuyo rechazo de Isla le quedó a
Gabriel Mercado, el héroe menos pensado, para meter el gol de la victoria con una pirueta.
Lo cierto es que la victoria tapará, en parte, el bosque. Argentina no la pasó bien.
Ni cuando perdía, ni cuando empataba, ni cuando ganaba. Puso tres volantes centrales y no logró recuperar la pelota. Lo sostuvo el muy buen partido de la defensa, con
Mercado y Funes Mori como puntales, con
Otamendi y Rojo como laderos confiables. Messi influyó en la medida que pudo, manejó los tiempos, encontró espacios e infracciones. Chile sufrió dos bajas por lesión a los 20' del partido, y así y todo empujó lo suficiente como para forzar tres intervenciones decisivas de Romero.
VIDEO: los goles de Chile 1-2 Argentina
Ahora, espera Bolivia en Córdoba, el martes. Sin Otamendi y Funes Mori, ambos
suspendidos por acumulación de amarillas. Sin Lavezzi, en la misma situación. Pero con tres puntos más. No es poco. Tampoco mucho, si no se logra un crecimiento en el juego.