El golazo de Julián Álvarez, que aseguró la clasificación a octavos de final el del 2-0, desató la euforia de todo el pueblo argentino. La definición del delantero del Manchester City, quien le puso un moño con esa conquista a su primera actuación como titular en un Mundial, fue excelsa. Pero la jugada previa no fue menos exquisita.
Es que el movimiento contó nada menos que con 28 pases, con todos los jugadores de campo tocando el balón hasta que el mismo le llegó a la Araña para que la clavara cerca del ángulo, dejando sin chances al buen arquero polaco que alcanzó a rozar el balón pero no pudo evitar la caída de su valla.
Una acción lujosa, en la que de a poco se fue desmantelando la estructura defensiva del seleccionado rival que, a esa altura, trataba de conservar el 0-1 a sabiendas que ganaba México y que era más factible aguantar el resultado que buscar un empate difícil de conseguir.
La definición
De esta manera, el equipo de Lionel Scaloni superó con este gol aquel recordado tanto que marcó Esteban Cambiasso en Alemania 2006 frente a Serbia y Montenegro, el mejor partido de la selección dirigida por José Néstor Pekerman en el que el resultado final fue una contundente goleada por 6-0.
En aquella ocasión, ese equipo en el que actuaban, entre otros, Juan Román Riquelme y Hernán Crespo, y que integró también Lionel Messi en el que fue su primera Copa del Mundo, llegó a vulnerar el arco adversario tras 25 toques, incluyendo el del goleador.
Tal vez aquella conquista lejana fue más bella, por la velocidad de la acción, pero la de la tarde qatarí, por la importancia, no se queda atrás. Y además la superó en cantidad de pases que dio un equipo que arrancó el certamen con el pie izquierdo pero ya empieza a ilusionar.