Con el corazón, y el último aliento, San Lorenzo tuvo una noche invadida por los nervios y con un desahogo soñado, porque en la última bola, tuvo la lucidez de Belluschi para marcar la victoria frente a Flamengo, que dejó al Ciclón, clasificado, y como primero del grupo.
La actitud de Flamengo le dio un atractivo extra al encuentro, porque el elenco carioca mostró ambiciones para asegurar la clasificación por sus propios medios, y entonces asumió el objetivo de cambiar ataque por ataque con el Ciclón, ganándose ciertos dolores de cabeza de entrada, pero también encendiendo la alarma, gracias a la jerarquía de sus individualidades, al arco de Navarro.
De entrada, San Lorenzo bombardeó los dominios de Alex Muralha con un centro de Cerutti desde la derecha, un posterior desborde de Botta del otro lado, y una presión, todo sin pausa, que derivó en un cabezazo hacia atrás de Rever, que casi la mete en un ángulo de su propia valla.
Pero bastó que Flamengo armara su circuito futbolístico, para que el local sufriera. Encima, a los 14 minutos, a la salida de un tiro de esquina, Rodinei capturó un rebote y la clavó junto al palo, frente a la demorada estirada de Nicolás Navarro.
Con ese baldazo de agua fría, San Lorenzo empezó a jugar contra un nuevo rival: sus nervios. Pero pese a la desprolijidad, siempre puso en jaque a la seguridad del arquero de Flamengo.
En ese primer capítulo, la más clara estuvo en los pies de Ezequiel Cerutti, quien recibió una precisa habilitación de Ortigoza pero no pudo resolver a su favor el mano a mano con Alex Muralha.
En el complemento, el Ciclón salió a matar o morir, sabiendo que la derrota lo dejaba afuera de la competencia. Y logró la hazaña con más corazón que fútbol. Angeleri le puso la cabeza a un gran centro del juvenil Barrios, y cuando se terminaba el tiempo, Belluschi apareció como un fantasma para darle una alegría gigante al pueblo de San Lorenzo.