Por la calidad deportiva a la que nos tiene acostumbrados, Messi es el blanco de las críticas. Las redes sociales, ese mundo de opinólogos, le apunta con mucha fuerza, y él está débil, cansado de ser el blanco de todas las quejas. Por todo esto, por la facilidad para pegarle, Messi quiere refugiarse: le pediría al técnico rosarino que no lo tenga en cuenta por unos partidos, hasta que él se sienta bien para volver, hasta que recupere sus ganas de vestir la celeste y blanca.
Apenas llegó a Buenos Aires, Messi se fue a Rosario. Allí, a las afueras, está contenido por su familia, sus padres y sus amigos más íntimos. No dará entrevistas, ni piensa en hacer anuncios oficiales, más allá de la expresión de tristeza que soltó en su cuenta de Facebook en la tarde de ayer: "Nada más triste que perder una final". Y sí, Leo.
Mientras tanto, habrá que esperar. Luego de sus vacaciones, volverá a Barcelona para enfocarse en un año complicado para el club: deberá defender todo lo que ganó, demostrar que sostienen el hambre de gloria, e irán por el Mundial de Clubes, en diciembre.