No jugó Lionel Messi en el debut de Gerardo Martino como entrenador de la Selección, en el estupendo 4-2 frente a Alemania Y se tejieron varias especulaciones: que no iba jugar más para Argentina, que el Barcelona lo había presionado para borrarse de algunos partidos, que estaba muy disgustado y afectado por las criticas que había recibido por parte de la prensa argentina durante el Mundial, que después de perder la final ante Alemania no había recuperado la ilusión de vestir otra vez la camiseta de la Selección, que se tomaba un tiempo de reflexión para después tomar una determinación definitiva.
La pura verdad la conoce Messi. Y los que lo frecuentan: su familia, sobre todo. Y la plana mayor del Barcelona, siempre sensible a mirar con inocultable desconfianza las participaciones de Messi en la Selección. La realidad es que Messi acusó una sobrecarga muscular en el aductor derecho después del cruce con el Villarreal el domingo 31 de agosto y no formó parte del compromiso contra Alemania.
Por lo pronto, Julio Grondona, presidente de Arsenal, no se privó de expresar un pensamiento fuerte: "No me sorprende que no esté y se tome un descanso, quizás para darle más tiempo al Barcelona. No estaba bien con las críticas que recibió. Estaba un poco cansado del Mundial por tantas críticas. A Martino ya le dije que la tarea más difícil que iba a tener era la de reactivar a Messi".
Por encima de los rumores más o menos oportunistas que circulan por las avenidas más anchas o más angostas del fútbol, lo que no admite demasiadas dudas es que Messi, en muchas oportunidades, es rehén de comentarios, críticas e interpretaciones que lo debilitan. Y él muestra esa debilidad para enfrentar todas las voces que en el fútbol argentino suelen acompañarlo, tanto en el elogio como en el reclamo despojado de elegancia.
Precisamente cuando se agitan esas banderas del reclamo duro, Messi revela su incomodidad y fastidio para bancarse con naturalidad la circunstancia. No era fruto de la casualidad que durante alguna etapa compleja de su tránsito por el equipo nacional surgió del propio círculo del astro argentino que podía abandonar la Selección. Estaba abrumado Messi por esa dualidad entre el altísimo rendimiento que tenía en el Barcelona y las producciones discretas defendiendo a Argentina.
Por su carácter, por su personalidad y por lo que transmite a la hora de hablar y de conducirse, Messi precisa disponer de ciertos climas alejados de las tormentas. Cuando las encuentra o él las adivina con una dimensión superior a la que tienen, hace una pausa más corta o más larga. En Barcelona, naturalmente, velan por él. Y si fuera por el Barcelona y por el técnico Luis Enrique, Messi no jugaría más para Argentina.
"Va a seguir en la Selección", afirmó una y otra vez Javier Mascherano, tratando de poner las cosas en su lugar. Seguramente, no se equivoca el jugador del Barcelona. Messi seguirá vistiendo la camiseta argentina. Habrá que ver con qué frecuencia y ante que rivales. Y que nivel de presiones va a recibir del Barcelona para desalentar viajes y compromisos que no están relacionados con los intereses específicos del mundo blaugrana.
La sobrecarga muscular que le permitió ausentarse en el 4-2 ante Alemania, no pertenece al mundo de la ficción. Pero le sirvió a Messi para dejar pasar un partido evitable y satisfacer los deseos siempre renovados del club catalán. Por lo pronto, los ecos del Mundial todavía no se disiparon. Las críticas hacia él, en los partidos decisivos (Bélgica, Holanda y Alemania), tampoco.
El Tata Martino lo debe entender. Aunque, seguramente, no todos lo compartan. Ni lo entiendan.