Las declaraciones recientes y muy inoportunas del ex entrenador xeneize ubicando en el centro de la escena su perfil de víctima del sistema, su relación complicada con Tevez y el padecimiento que enfrentó dirigiendo a Boca durante el 2019, lo muestran como el clásico protagonista que transfiere responsabilidades

En los últimos días, Gustavo Alfaro mostró en público su profundo dolor a casi tres meses de haberse desvinculado como entrenador de Boca. Y es comprensible el dolor que expresa Alfaro. Pero no la victimización a que la suele recurrir cuando se le presentan adversidades propias de la profesión que ejerce desde hace décadas.

Dijo el técnico que a Boca llegó con 56 años y se fue con 82. Que Carlos Tevez sabía que iba a ser suplente y que lo desilusionó cuando afirmó que “yo no le di confianza”. También sentenció que dirigiendo a Boca le faltaron el respeto como a ningún otro entrenador en la historia de la institución, poniendo en foco que él no tiene periodistas amigos que lo protejan.

En fin, Alfaro, en un momento demasiado inoportuno considerando las auténticas urgencias por las que atraviesa la sociedad, puso en primerísimo plano algo tan intangible como el resentimiento y el egocentrismo, como si su particular mirada solo abarcara su figura y las distintas circunstancias que le tocó vivir. O quizás padecer.

No es la primera vez que Alfaro se encuentra cómodo en el rol de víctima. Lo ha hecho en otros episodios de su prolongada carrera. Pero en esta oportunidad ese ejercicio intelectual se perfila como una praxis absolutamente fuera de lugar y de contexto.

Hablar de la incomprensión que recibió en Boca por parte del ambiente del fútbol argentino y de alguno de los protagonistas (en este caso de Tevez, quien con gran perseverancia siempre va para donde sopla el viento), tiene el color y el perfume de deseos e insatisfacciones no resueltas. O de broncas más viejas o más nuevas atrapadas en los pliegues de su subjetividad.

Transferir responsabilidades y evadir las propias no es una estrategia desconocida o poco frecuentada. Por el contrario: está muy extendida en todas las actividades. El fútbol, más bien que no está al margen. Todos los estamentos del fútbol (dirigentes, jugadores, técnicos, empresarios, periodistas) transfieren responsabilidades. Igual que otros eslabones más o menos calificados de las sociedades contemporáneas.

Alfaro no deja de ser un emergente directo de esta dinámica muy visitada. Es un intérprete más. Quizás su formidable autoestima no le permita verlo. Pero lo revelan con meridiana claridad sus palabras, como si necesitara de reconocimientos y medallas simbólicas que el ambiente en la actualidad no le ofrece.

La rueda ya giró. Alfaro en Boca es una página más de la historia. Ni la peor ni la mejor. Una página más. Que abandonó el club (porque finalizó su contrato) con más pena que gloria. Nada dramático. Ni nada difícil de interpretar en las cumbres del resultadismo que él también sabe cultivar.

La hora de pasar facturas por lo que pudo ser y no fue, no es algo que a esta altura valga la pena reivindicarse. Y menos en los tiempos presentes, cuando las grandes prioridades trascienden largamente los egos dañados.

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados