Si una vidente le hubiese avisado a los hinchas de River que tras las conquistas de la Copa Libertadores de América y la Suruga Bank, en Japón, vendría un tiempo de anemia de triunfos, ni el más pesimista lo hubiese creído.
Es que luego de levantar la Suruga, la vuelta no fue tan afortunada pues de 18 puntos el Millo sólo sacó 5: la goleada a Chicago y los empates con Huracán y ayer ante Lanús. El resto fueron derrotas, que lo alejaron de la pelea por el título, con la caída en el Superclásico como el recuerdo más doloroso.
Poco va quedando en la retina de los fieles riverplatenses del equipo que engalanó las vitrinas con tres copas internacionales en el año y pico del ciclo de Marcelo Gallardo, del juego, la garra y el carácter que fueron las virtudes para alcanzar la gloria. La Banda está lejos de aquel nivel de excelencia que mostró.
Parecía que, a nivel doméstico, todo volvía a encaminarse cuando un triplete de Lucas Alario y un grito de Driussi decretaron una goleada 4-1 a Nueva Chicago. Ese cotejo parecía bisagra, y el triunfo hizo olvidar las derrotas ante San Martín de San Juan y Estudiantes, e incluso la paridad ante Huracán. Pero la fecha pasada llegó Boca, el rival contra el que nunca se quiere perder. Y ayer en el Monumental el Lanús del ex xeneize Guillermo Barros Schelotto se llevó un punto con sabor a derrota Millonaria.
Notables mermas en algunas individualidades que antes fueron claves, las salidas de otras como Ramiro Funes Mori, Teo Gutiérrez o Germán Pezzella, y la seguidilla de lesionados (Jonatan Maidana, Leonel Vangioni y otros), todo va complotando contra el River de un Muñeco Gallardo que sigue en busca de recuperar la identidad de un equipo que no hace mucho tiempo atrás estaba en lo más alto de América. Y después del regreso de Japón mostró altibajos y magros resultados que lo alejaron de la pelea.