La cara de Marcelo Gallardo evidenció su desconcierto mientras en Mendoza se jugó el segundo Superclásico del año. Por más que mediante anotaciones en su libreta intente buscar una ecuación que resuelva el problema de su irreconocible Rive r, los primeros tres golpes con forma de goles llegaron uno tras otro en tan solo quince minutos. Así este Millonario, que es un completo antónimo del equipo que enamoró a más de uno el semestre pasado y se coronó campeón de la Sudamericana, quedó noqueado.
Con estos nubarrones instalados por Núñez, se viene una semana donde el técnico de River anticipó que se viene una autocrítica profunda puertas adentro, además de levantar de la lona al equipo y sus jugadores. Y por si fuera poco, se supo que hubo clima muy caliente en el vestuario del Malvinas Argentinas luego de la paliza. Mientras tanto, los hinchas y todo el mundo futbolero se preguntan cómo pudo pasar lo que pasó. Veamos:
1) La alarmante fragilidad defensiva: Lo que fue la principal virtud que tuvo River el torneo pasado terminó siendo un calvario de verano. Llegadas a destiempo y errores compartidos, todo pone en el ojo de la tormenta a los nombres del fondo. Vangioni, quien siempre fue al suelo y se va ganando el premio rústico ante el xeneize, perdió la sorpresa ofensiva por la calle tres e incluso empieza a correr desde atrás. Funes Mori sigue ganando por lo alto, pero por abajo volvió a mostrar debilidades. Maidana, zaguero que era envuelto de aplausos, por un resbalón y falta de charla con Funes Mori dio ventajas para el primer gol de Cristaldo.
2) Quebrado y regalado: Ante el primer impacto en el arco de Barovero, River quedó quebrado, dejando huecos y espacios gigantes que su rival aprovechó de maravillas. No hubo reacción de ningún tipo, ni anímica ni táctica ni mucho menos futbolística, para revertir lo que se veía venir y tanto dolió: el papelón histórico. Kranevitter mostró poca marca, Mayada tuvo su primera experiencia en un Superclásico y Abal le mostró una segunda amarilla por chocar desde atrás a Pablo Pérez (la primera fue por bajar a Monzón). Rojas quedó enredado en el segundo y tercer gol. Y Sánchez dejó de ser un incansable avión temible y preciso para ser errático y atolondrado.
3) Entró en la locura. Después del segundo gol de Boca, ambos más por desméritos propios que méritos del rival, River entró en una locura imparable. Varios jugadores se fueron del partido y otros se hicieron echar, como el caso de Teo Gutiérrez (por sus patadas a Fuenzalida y Gago) y también de Carlos Sánchez (por protestar). Así dejaron armado un pin nic que Boca aprovechó y hasta pudo ser una goleada más catastrófica.
4) Un vestuario muy caliente: cuentan que el primero en llegar al vestuario tras la derrota fue Gabriel Mercado, que pateó la puerta al grito de "son unos cagones", según aseguraron testigos. Se habría referido a los compañeros que se hicieron expulsar irresponsablemente en lugar de dar pelea en la cancha. ¿Cicatrizarán las heridas?
5) Lavado de cabeza y meter mano: el golpe fue durísimo, pero River no tiene tiempo para perder porque el viernes jugará la primera final de Recopa ante San Lorenzo. Por eso, hoy Gallardo hablará largo y tendido con sus dirigidos. No puede volver a pasar lo que pasó. De ellos depende.
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