Fanático desde chiquito "por tradición familiar", cuenta que una vez tuvo a su ídolo en el público. Y él no lo supo.
—¿Por qué te hiciste hincha de Racing?
—Porque toda mi familia eran de Racing: mi abuelo, mi viejo. Es una tradición, una herencia. Yo soy de Mar del Plata, me hice fanático cuando me mudé a Buenos Aires y ahí empecé a ir más a la cancha. Estaba más cerca del club: colaboré con filiales, hice shows y demás.
—¿Tenés buenos recuerdos del campeonato del 2001, el último antes de este?
—No tanto, je. Tuve mala suerte. El día que salimos campeones, que la fecha se fue corriendo por la situación del país, me tocó debutar en el teatro. Mientras jugaba Racing en la cancha de Vélez, yo estaba editando un audio. Me quería ir. Lo hablé con la producción. Le dije a mi socio: 'Me voy a Buenos Aires...'. Me frenó, me dijo que estaba loco. Gracias a dios, salimos campeones. Y yo arranqué la función con la camiseta puesta.
—¿Tu ídolo?—Milito, sin dudas. Me mata por todo lo que significa, lo que impregna en el equipo.
—¿Pudiste conocerlo?
—¡Sí! Me pasó algo muy lindo con él. Con el campeonato de este año, me invitaron a la cena del Hilton. Entré, lo vi y me mentalicé: quería una foto con él. Todos le pedían fotos y yo, que soy tímido, me acerqué y le dije despacito si podía sacarme una foto. Él se dio vuelta y me dijo: "¡Sergio!". Me quedé anonadado. Yo pensé que me conocía de "Videomatch". Pero no: "¡Yo te iba a ver con mi papá, cuando era chiquito, en un restaurante de Punta Mogotes!". Esa anécdota me mató: ¡yo lo tenía a Milito de público!