A firma que cada uno es responsable de sus acciones y decisiones. Asegura que Dios es su guía y que mira la vida con ojos optimistas. Le otorga a la familia un rol trascendental y al amor y a la fe un valor esencial. Admite que ser madre fue el regalo más maravilloso que pudo haber recibido. Habla Gabriela Pochinki, una de las artistas argentinas más reconocida en el mundo en el terreno de la lírica.
-Pienso que existe un libre albedrío. Una mezcla entre opción y destino. Uno puede cambiar el rumbo sobre la marcha con libertad.
l ¿Somos responsable de nuestras acciones y decisiones?-Siempre voy en favor de la corriente. Dios es la guía. El me conduce. Uno debe estar atento al llamado de Dios. Siempre creo que por algo son las cosas. Todo tiene una razón y un sentido. Dios propone cosas y yo voy en esa dirección.
l ¿Por los caminos de su vida se manejó guiada por la fe o por la razón?-Considero que somos una combinación entre nuestra esencia, lo que hacemos y las acciones que llevamos adelante que, como dice la Torá, son importantísimas.
l Mira la vida con ojos pesimistas, con ojos optimistas o con ojos realistas?-Nada, porque a cada cosa que realizo le adjudico una gran importancia y le doy un valor enorme. Agradezco cada paso que puedo dar.
l A juzgar por su realidad, ¿considera que la vida ha sido justa con usted?-Sin lugar a dudas. Si dijese otra cosa, mentiría. De hecho, el mejor regalo de la vida que pude pretender lo he tenido este año con el nacimiento de mi bebé. Siento que todo cierra. Es un antes y un después. Sólo tengo palabras de agradecimiento al regalo de Dios que ha sido milagroso, impensado y maravilloso.
l ¿Qué lugar ocupa la familia en su vida?-El más importante. Nuestra raíz, nuestra descendencia, la sangre, es trascendente. Valoro mucho desde donde vengo y hacia donde voy. Es un valor esencial.
l La fe, ¿mueve montañas?-Voy agradeciendo lo que me llega. No pretendo más. Mi ambición está centrada en el crecimiento, pero soy feliz con lo que tengo. Pienso que ese es el secreto de la felicidad. Uno es rico cuando es feliz con lo que tiene.
l ¿Alguna vez sintió que caminaba por una cuerda floja?-El deseo de llegar, la idea de que hay que seguir, que no hay que hundirse, que hay que estar en movimiento, que no hay que quedarse, que hay que ir para arriba, nunca para abajo.
l ¿Qué le dice a usted la voz de la experiencia?