La cantante lírica cuenta cómo su olfato le permitió sobreponerse de una relación amorosa difícil. El dolor por la indiferencia de su padre y la convicción de que el arte sana a las personas y le permite vivir feliz. "Ahora siento que todo fluye", asegura

l ¿Es conveniente hacerse amiga del miedo o atacarlo como al peor enemigo?

-Yo no lo ataco como a mi peor enemigo, lo enfrento como si fuese mi amigo.

l ¿Cómo es eso?

-Hace años, en un asalto, un ladrón estuvo a punto de matarme, le saqué el revolver y le dije: "¿Por qué me vas a matar si no te hice nada? Ahora tengo el revolver y te puedo matar. Ni me mates ni te mato". En esa circunstancia, no tuve miedo. Quizá eso se deba a mi religión. Cuando nos metían en un campo de concentración, cuando nos mataban contra un paredón, cuando mataron a 6 millones de judíos, se rezaba.

l De chica, ¿era miedosa?

-No. Tuve miedo a la muerte, después del fallecimiento de mi papá, siendo adulta. De todos modos, a veces, intento controlar lo incontrolable.

l Hoy, ¿cuáles son sus temores?

-No poder conocer a mi pareja. Los judíos decimos que nacemos con nuestra mitad y, en ese mismo instante, nos separamos y el varón debe hallar a la mujer. Le pido a Dios que se apiade de él y que me encuentre. Hace poco estuve en Israel y pedí por mis amigas solteras, por las que no pueden ser madres. Siempre le deseo al otro que tenga lo que yo quiero tener.

l En lo afectivo, ¿atravesó una situación complicada?

-Sí, hace dos años. Yo presentía que me era infiel y le dije: "Basta". De todos modos, la infidelidad pasó a ser una anécdota comparada con lo demás. Cuando uno intuye que algo está mal, hay que confiar en la intuición. Cuando las cosas están bien, todo fluye. De lo contrario, hay que extirpar el mal lo más rápido posible.

l ¿Toma alguna medicación?

-No. Hay gente que la necesita, pero no es mi caso. Cuando tuve el golpe emocional con esa persona, me fui a Brasil y estuve diez días limpiándome, porque el artista no puede subir a un escenario si no está limpio. Sobre todo en mi caso, que quiero hacer el bien con mi voz.

l ¿Sufrió pánico escénico?

-Sí. Mi primer ataque de pánico lo tuve cuando me recibí. Antes de haberme recibido me dieron el rol de Musetta en "La Bohéme" de Puccini. Yo había ganado una competencia para la Queens Opera, como premio me dieron una suma de dinero y cantar el rol de Musetta. Lo cierto es que me quedé sin voz. Mi madre advirtió que cursaba un ataque de pánico y me llevó a terapia, donde descubrí el nudo de la cuestión.

l ¿Cuál era?

-Mi papá nunca quiso que cante. Entonces, ante mi primer trabajo, hice un ataque de pánico para no ir en contra de su voluntad. Al descubrimiento, le sumé mucho apoyo psicológico, mucho ensayo y mucha técnica vocal. La Queens Opera agradeció que avisara, me dieron el tiempo que necesitaba para mi recuperación y como regalo me ofrecieron el rol del empresario de Mozart y en la mitad del rol me hicieron cantar Musetta. A pesar de eso, yo quería tener la aceptación de mi padre. En una sesión de terapia, la analista me dijo: "Basta. No tenés que hacerlo por tu papá. Debés agradecer cada éxito y cada triunfo. Estás muy alto para esperar que el otro lo acepte".

l Su padre, ¿terminó aceptándola?

-Cuando volví al país, canté en Cosquín y todo el público se puso de pie, menos él, pero le dijo a mi mamá: "No voy a ser el único tonto sentado" y se paró. El pudo ver mi éxito. Tras su muerte, me contaron que se sentía orgulloso de mi.

l Hoy, antes de salir a escena, ¿qué le pasa?

-No puedo comer, me duele la panza, me descompongo.

l ¿Con qué asocia esos síntomas?


-Con la responsabilidad. Al salir a escena todo desaparece, porque el escenario es sanador. Durante ocho meses, hice "West Side Story" en Alemania, en alemán. Después de la función, iba a mi casa y estudiaba hasta las cuatro de la mañana.

l ¿Eso le sigue pasando?

-No. Antes no dormía, no comía, temía que pongan a otra en mi lugar. Hoy sé que vocalizo y con mi técnica y el talento me gano al público. Esto me lo dio la experiencia. Hoy siento que todo fluye.

l En lo profesional, ¿se siente más allá del bien y del mal?

-De ninguna manera. No me ubico en ningún lugar, soy un ser humano más.

l ¿Qué fue lo más valioso que aprendió de los demás?


-De mi padre aprendí a ser política, de mi madre a ser positiva, de mi hermano menor a rezar y de mi hermano mayor aprendí que el trabajo es salud.

l ¿Usted es lo que quiso ser?

-Sí, pero me faltan algunas cosas. De todos modos, aprendí que hay que ser feliz con lo que uno tiene.


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