Cuando el miedo, la furia, la impotencia, la desolación y el hartazgo se amalgaman, algo revolucionario pueden parir. Este fue un Día Internacional de la Mujer distinto: aguerrido y, sin embargo, amoroso. Imperiosamente necesario.

ROSARIO

Rosario tararea un tango y busca complicidad en sus compañeras, porque no recuerda el nombre. “Las viuditas, las casadas y las solteras, todas son peras en el árbol de la injusticia...”. Antes de salir de su casa recordó esa letra. Pero mal: “...todas son peras en el árbol del AMOR”, dice en realidad. Y lo que expresa “Si soy así”, tal el nombre del tango, es la desgracia de un típico macho argentino que no puede elegir con cuál de todas las mujeres quedarse. “Si soy así, qué voy a hacer, con las mujeres no me puedo contener”.

Es la primera vez que se acerca a una marcha de estas características y no sabe bien por qué sintió la “necesidad” de estar. Pero enseguida cuenta que durante algún tiempo sufrió en carne propia la desigualdad: trabajaba en una repartición policial. “A mí me molestaba mucho, pero era algo común, no se podía hacer otra cosa”, recuerda. Ahora pide por el reconocimiento del trabajo doméstico de las amas de casa.

Yosoy_4.mp4

NORMA

Está vestida de chola, porque nació en Cochabamba, Bolivia, y esa es una manera de homenajear a sus compatriotas, dice. Tiene pintado un círculo negro en un ojo, que emula un golpe.

“Soy hija de violencia familiar”, dice y cuenta que el único recuerdo de su niñez son los gritos de su madre por los golpes de su padre.

“No hay solución, no hay medicamento, no hay nada que te pueda reparar”, asegura. Pero está ahí, frente al Congreso, lista para marchar. “Para que haya prevención y la mujer sepa defenderse”.

Yosoy_5.mp4

SILVIA

Silvia arrastra un cochecito, con su nieta dentro. Su hijo también las acompaña. O acaso ellas lo acompañen a él. Se acompañan.

Es docente jubilada y reconoce que en varias ocasiones sufrió los pinchazos del patriarcado. “Uno viene arrastrando hace mucho tiempo humillación y violencia”, dice.

Espera que la escuchen. Que las escuchen a todas. Y que cambien “las reglas del juego”. Porque hasta ahora, parece, las fichas siempre están de un lado solo.

Familia_.mp4

GERALDINE

Casi dice “26”, pero después se ríe y reconoce: “30, tengo 30. Es que siempre digo que tengo 26”. Sostiene una bandera que exige el cupo laboral trans. Asegura que hay muchas que, como ella, quieren un trabajo digno. Geraldine suele caminar la zona roja de Palermo y chocarse con la Policía que le saca plata, que le inventa causas, que la extorsiona. Alguna vez también ligó un botellazo de grupitos de pibes que se juntan ahí a revolearles objetos a las travestis y prostitutas que están trabajando.

Estudió Economía y Gestión de las Organizaciones. Y por eso, después de muchos años de prostituirse –desde los 16- consiguió algunos trabajos como recepcionista y camarera en boliches. Pero después eso se terminó y, otra vez, tuvo que volver a la zona roja. Se cansó de dejar currículums: nunca la llaman, ni siquiera la entrevistan.

YoSoy_.mp4

MARÍA MERCEDES

María tiene una foto para mostrar. Es la imagen de su ex marido, prófugo de la Justicia hace 3 años, luego de haber sido condenado por la violación de la hija de María. “Cuando ya no me pudo maltratar a mi, me pegó donde más me duele”, dice. La hija de María tenía entonces 11 años. María tuvo, además, otra hija, fruto de su relación con este “monstruo”.

Percibe que hay algo que el sistema judicial no está entendiendo, no está viendo. Después de un derrotero de 10 años, no tiene motivos para pensar distinto. Cuando le fijaron condena a su ex pareja, le dieron 10 días para presentarse. Y el hombre se fugó.

“Yo tengo la responsabilidad de haber elegido vivir con este monstruo, pero cuando yo supe esto lo eché a la calle al segundo y lo denuncié”, dice. Y también se siente responsable de seguir velando por sus hijas y por las hijas de otras.

Yosoy_3.mp4

ESTELA

Desde muy chica, fue rebelde. No podía ponerle un nombre a eso que sentía y ahora puede. “Creo que nunca antes había existido la oportunidad de expresar lo que hoy se puede expresar”, dice, camino a Plaza de Mayo.

Estela hoy tiene 69, pero alguna vez tuvo veintitantos y usaba minifalda. “Eras una atorranta si usabas mini”, recuerda. Enfundada en una de ellas, un día se tomó un colectivo y un señor le tocó las piernas, sin ningún prurito. Otra vez, cruzando un túnel para tomar un tren, otro hombre la manoseó. “Hay señoras que dicen que ahora se perdió el respeto, que estas cosas antes no pasaban: sí, pasaban”, destaca. Y también pasaba que su mamá servía como una esclava a su papá. “Un montón de cosas pasaban que yo hoy necesito decir. Por eso vine”.

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados