María Zysman, especialista en esta problemática, explica cómo afecta a los chicos y cómo pueden actuar los adultos frente a la misma

El 2 de mayo se destina a plantear la problemática del bullying en la sociedad, a través del Día Internacional contra el Acoso Escolar. Una jornada para concientizar sobre un problema que afecta a la mayoría de los niños y adolescentes en el mundo.

En esta oportunidad, POPULAR conversó sobre esta problemática con María Zysman, directora de Libres de Bullying y especialista en Psicopedagogía, Autismo y TGD, Déficit de Atención y Dificultades de Aprendizaje.

El bullying es una forma errónea de vincularse entre pares en edad escolar, que en lugar tratarse de igual a igual empiezan a someterse, donde uno, deliberadamente y de manera intencional y sostenidamente en el tiempo, agrede, disminuye y le quita autoestima a otro. “Para que esto se produzca tiene que haber un grupo importante de espectadores, entonces eso engrandece al líder, y cada vez que humilla al otro y lo desvaloriza, adquiere un lugar de mayor poder, prestigio, y es temido por el resto”, describe Zysaman.

En ese sentido, distingue: “Cuando hay un adulto y un niño no hay bullying, es abuso de autoridad. Para que sea bullying es necesario que sean chicos que atraviesan la misma edad evolutiva y tengan un tiempo de convivencia obligada”.

En la mayoría de los casos, el bullying se desarrolla durante la adolescencia, que es cuando los chicos empiezan a buscar su lugar de pertenencia. Sin embargo, cada vez más se ve en niños pequeños. “Ahora los chicos a los 7/8 años están 'jugando' a imitar un mundo adolescente para el cual emocionalmente no están preparados, porque incluso hay una invitación de las familias a entrar en este mundo precipitadamente”, explica la especialista.

Y enfatiza: “Los chicos necesitan ser aceptados socialmente en la pubertad, y empiezan a hacer cosas que antes no hubieran hecho jamás. Entonces nos encontramos con los chicos más educados y contenidos familiarmente, que cuando se pone en juego el pertenecer o no, hacen cosas que no hubieran hecho”.

Sin embargo, es una problemática que debería tratarse a partir del jardín de infantes. “Se debe prevenir desde que el bebé nace, cuando le enseñamos que el otro importa y que hay un límite, que somos todos distintos”, ya que “si se trabaja en esa línea, cuando el chico ve que lastiman a un compañero va a salir en su defensa o al menos no lo festejará”, advierte.

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Consecuencias y víctimas del acoso escolar

Las víctimas de bullying sufren mucho. La burla, el acoso o la discriminación, que forman parte de esta práctica, desencadenan diferentes trastornos. “Cuando se ataca a un chico porque es gordo, no es porque es gordo, sino por lo que esa gordura significa para uno. En un mundo en el que uno no puede permitirse salir de ese modelo que le venden, que es muy difícil de tener, desencadena en bulimia y anorexia, depresión y otros riesgos”, enumera.

Ese niño a diario es sometido a una tortura por parte de sus pares que le hacen sentir que no pertenece, que no existe o que no encaja. Pero la violencia es aún mayor cuando pide ayuda y no la encuentra. “Lo que más daña es cuando la víctima cree que es responsable de lo que le pasa y cuando han pedido ayuda y sienten que minimizan su pedido al decirle que no es tan grave o que ´el bullying fortalece´. Eso es mentira, lo que fortalece es el reconocimiento del otro, que alguien detecte que yo lo necesito y esté ahí”.

En un entorno en el que las relaciones están tan dañadas, no sólo se ven afectadas las víctimas directas sino también el resto del grupo. “Es difícil estar en un ambiente donde maltratan a alguien y nadie lo protege. Y también para el que lo hace, porque aprende un modelo de éxito que es dañino, cree que puede dominar al otro pero también sabe que puede ser dominado. Entonces hay que eliminar esta estructura de dominio y sumisión”.

Para detectar esta problemática, la principal señal de alerta a tener en cuenta es la tristeza, los cambios de ánimo, alteraciones en el sueño y la alimentación. “Un chico que está mal con sus compañeros está triste y no quiere ir a la escuela, está irritable y demanda atención. Es importante evaluar el sufrimiento en función de la edad que tiene, por lo que significan ciertos actos, por ejemplo, si no invitan a una fiesta a una chica de 15 o nadie invita a una pijamada a una nena de 8, se les viene el mundo abajo”.

Con las redes sociales, el Cyberbullying

Mientras que antes las burlas quedaban en un espacio contenido, limitado a los conocidos que presenciaban el momento, con las redes sociales, cuando las humillaciones son filmadas y publicadas, o la humillación es planteada dentro de una red, la exposición crece exponencialmente. “Esto para la víctima es imposible de medir, porque existe la fantasía de cuántos lo vieron. Además se mantiene en el tiempo, al estar abierto las 24 horas, no tiene fin para hacerlo y no tiene fin en el tiempo para poder reflotarlo, y la vergüenza queda potenciada a grados muy extremos”, advierte.

Las redes sociales presentan para los más jóvenes aspectos buenos, pero también mucha exposición. “Con el anonimato se animan a hacer cosas para ser vistos que no se animarían en otro contexto. Y también se exponen a ciertas humillaciones, maltratos, etc. Incluso, con tal de ser alguien en las redes, llegan a hacerse a sí mismos cyberbullying”, dice.

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Cómo deben actuar los adultos

Cuando un adulto detecta que un niño está siendo víctima de acoso escolar, lo principal es escuchar lo que el menor necesita, y siempre actuar con calma sin hacer pública la situación, sino buscando una solución que no afecte más al chico. Zysman enumera las acciones que deben hacer los padres:

  • No hacer un escándalo. A veces las madres escrachan estas acciones en las redes o lo hablan en el grupo de madres, en función de la angustia que sienten que es comprensible, pero no es lo que funciona.
  • Sacar de nuestro vocabulario frases como: “deberías haber hecho tal cosa” o “eso te pasa por no saber defenderte”, “tendrías que ser más como ellas”.
  • Hablar con la maestra con la mayor calma posible, pidiéndole una respuesta. No es aceptable que la maestra responda: “se lo buscó” o “no hace nada para que lo quieran”. Una respuesta aceptable es que planteen cómo van a proceder, “vamos a trabajar juntos escuela y familia”.
  • Si no aparece esta respuesta de parte de los docentes, recurrir al gabinete psicopedagogo o a la dirección, buscar formar grupos de trabajo para abordar la problemática en conjunto y modificar la convivencia.
  • Siempre preservar la confidencialidad de la víctima, creer en su palabra y evitar humillarlo o exponerlo nuevamente.

Como última opción, en el caso en el que hayan pasado muchos años desde que el niño vive esta situación, se deberá evaluar la posibilidad de buscar otra escuela. “Es la última opción, pero le demostrás al chico que de un lugar donde está mal tiene derecho a irse. Que uno no tiene por qué soportar una relación que le hace mal. No es enseñar a escapar”, afirma.

Por eso, es importante resaltar que no es sólo la víctima la que tiene que aprender a modificarse, sino el entorno. “Es cierto que a veces la víctima tiene que trabajar en algunas cuestiones, pero no podemos esperar a que haga ese proceso para que los demás lo dejen de agredir. Hay que trabajar con todo el grupo, llevarlos a reflexionar, encontrar el motivo que lleva al hostigador a ponerse en ese papel. Y la escuela se tiene que plantear qué pasó para llegar a esa situación, qué falta, qué necesitan y pedir ayuda externa”.

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El papel del Estado y las políticas públicas

En 2013 se promulgó la ley 26892 para la Promoción de la Convivencia y el Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas, conocida como la “Ley contra el Bullying”. Sin embargo, Zysman asegura que nunca se implementó, y que las iniciativas que se vieron fueron más arrebatos que políticas sostenidas en el tiempo.

Existen cuatro puntos que se deben abordar en conjunto: el Bullying, el uso responsable de la Tecnología, la Educación Sexual Integral y el Consumo problemático. “Si no se trabaja todo esto de manera integral, seguramente algo malo va a salir. No es hablar de sexo, sino del otro desde el nivel inicial y poder construir un NO en los chicos: no a lo que me hace daño a mí o al otro”.

En ese sentido, la especialista asegura que hoy los chicos viven apantallados, con todos los riesgos que conlleva. “Creo que el bullying aparece a veces como válvula de escape, que demuestra en los chicos un displacer enorme y ganas de salir de esto. Los chicos piden que los ayuden. No están contentos con los descontroles, en el Ultime Primer Día (UPD) si estallan es porque algo está pasando. Es la puntita de un problemón”.

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