Hace 4.000 años se planteó que todo lo que percibimos es fruto de la mente. Y también en Matrix se sostuvo lo mismo. Antonio Las Heras analiza esta creencia.

El éxito, que en su momento tuvo, la película “Matrix” (1999), luego reiterado por la titulada “Matrix Recargado” (2003) fue llevando a muchas personas –sobre todo a los jóvenes, tan ligados a la cibernética– a la sospecha de que el Universo; el Cosmos en su totalidad, puede ser sólo una producción virtual. Algo que no tiene una real naturaleza material, aunque impresione de ese modo a los cinco sentidos.

En general quienes se han ocupado de investigar esta perspectiva, además de sorprenderse, suponen que están frente a una idea absolutamente nueva. Una cuestión propia del inicio del Tercer Milenio. Y se equivocan. Porque la idea de que la totalidad percibida no es otra cosa que efectos del pensamiento humano, es la piedra angular de la Tradición Hermética y sustento mismo de cualquiera de las órdenes esotéricas desde que se tenga conocimiento de su existencia.

Así El Kybalion (cuya autoría permanece en secreto bajo el seudónimo de “Tres Iniciados”), un clásico de la literatura esotérica mundial, que sintetiza la Filosofía Hermética enseñada en las escuelas iniciáticas del Egipto faraónico y la Grecia clásica de acuerdo a la tradición atribuida a Hermes Trismegisto, originariamente llamado Thot en el país del Nilo, reitera este concepto una y otra vez: “El todo es mente; el universo es mental.” “Quien capta la verdad de la naturaleza mental del universo estará bien encaminado y habrá avanzado en el sendero hacia la maestría”.

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Hace 4.000 años se afirmaba que todo lo percibido era obra de la mente

Adviértase que, entonces, hace unos cuatro milenios, hubo quienes afirmaron la idea de que todo cuánto percibimos en verdad sólo es producto emergente de la mente humana.

Cuando consulté sobre este tema a un máximo especialista mundial como lo es el académico Prof. Dr. Francisco García Bazán –primer traductor de los Evangelios de Naghamadi, del copto al castellano- me indicó que –a su juicio– la traducción más adecuada de esa frase del Kybalion es: “El Universo es espiritual.” Es decir, fruto del aspecto trascendente que hay en la condición humana y que nos entrama con la Gran Arquitectura Universal.

Resultan curiosos los caminos laberínticos de la Historia de la Humanidad, pues un concepto aceptado por los sabios del pasado se esfumó luego en la superficie del conocimiento y, ahora, regresa merced a la pantalla de la computadora o del celular, aparato que ya se ha convertido en una extensión de cada individuo.

Lo importante es comprender que todo lo que acontece dentro y fuera de cada uno es producto de la manera de pensar. Y esa “manera”; esos “esquemas de conducta”, no son rígidos, ni permanentes. Todo lo contrario. Pueden, mucho mejor que cambiarse, ser transmutados. Ese es el término que, con justicia, usan los Tres Iniciados en el Kybalion. Transmutar es el cambio inmediato, repentino, sin que tenga lugar un proceso que ocurre a través del tiempo, de la naturaleza o la sustancia en otra. Es mucho más que una mera transformación.

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Aquí se trata de mudar o convertir una cosa en otra. Como la Alquimia material transmuta usando un metal impuro (por ejemplo, el plomo) para obtener otro noble (el oro), la alquimia mental persigue para el logro de una vida en armonía, disolver los esquemas nocivos de pensamiento por aquellos otros que convierten al hombre “a imagen y semejanza del Creador” haciendo a cada persona única, original, irrepetible y –por ello– absolutamente convencida de que la vida terrena es un desafío permanente donde el protagonismo y el rol activo son imprescindibles para la superación de cada obstáculo. Todo lo cual implica un mayor desarrollo espiritual, la aplicación más adecuada de la propia fuerza mental y, por ello, la certeza de un cuerpo sano. Es por ello que afirmamos que la sentencia latina “mens sana in corpore sano” debe entenderse así: “si la mente está sana el cuerpo carece de enfermedades”.

Si todo es producto del pensamiento y, si a la vez, todo es mental, entonces es suficiente su transmutación para provocar cambios en las condiciones del Universo mismo. Esto, en sí, se encuentra reconocido en la sabiduría popular mediante cierto tipo de expresiones: “¡Cómo no lo habría de lograr, si estaba tan convencido que podía!” De manera tal que queda bien en claro que lo que permitió ese éxito no fue otra cosa que una disposición mental personal.

Siguiendo este criterio se desprende que la transmutación mental supera los límites de la acción individual llegando a provocar la modificación en el accionar de otras personas que, de manera inconsciente, son influenciadas por quien ha logrado concretar estados mentales superiores.

Probablemente por eso, en El Kybalion hay esta otra frase: “La mente, así como los metales y todos los elementos, podrá ser transmutada de estado a estado; de grado a grado; de condición a condición, de polo a polo, de vibración a vibración, y la verdadera transmutación hermética es un arte mental.”

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo, historiador y escritor. www.antoniolasheras.com

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