Con tres años y un cuadro de salud muy delicado, necesita viajar a Ecuador, donde será atendida por médicos que se especializan en la regeneración de células. "Es una posibilidad para que mejore muchísimo", dijo la madre.

Emma no puede sentarse, tampoco interactuar ni fijar la mirada. Tiene 3 años y su vida siempre fue así, desde el nacimiento, cuando una mala praxis la condicionó por el resto de su vida. Pero hoy, la niña podría mejorar su calidad de vida.

Emma Aragón es una nena de Lomas del Mirador, del partido bonaerense de La Matanza. Allí, todos los días, su vida alterna entre la infancia y una lucha que su familia encara incansablemente.

Micaela, la mama de Emma, habló con Diario Popular sobre la condición de su hija, quien se encuentra en medio de un tratamiento que “podría cambiarle la vida”, aunque el dinero, por el momento, no alcanza.

En el parto no me hicieron la cesárea y Emma se asfixió, tuvo una hipoxia isquémica -una lesión de nacimiento causada por privación de oxígeno y un limitado fluido de sangre al cerebro del bebé- y a raíz de eso le quedaron muchas secuelas, como parálisis cerebral, microcefalia y epilepsia”, relata la joven con un tono lleno de impotencia.

Me dijeron que ella tenía que hacer estimulación temprana desde los 45 días de vida, estuvo internada 23 días en neonatología y después me dieron el alta. De ahí en más comenzamos con la estimulación”, agrega.

Sin embargo, lo que comenzó con una leve sospecha de mala praxis se hizo más tangible, cuando Micaela vio que “los médicos desaparecieron”.

“Cuando me dijeron de ir en la semana a la primera consulta que ella necesitaba con el pediatra, la que me dijo que la iba a seguir a Emma no me atendió más”, afirma la madre, quien añade: “Quisimos hacerle un juicio pero me dijeron que era muy difícil porque era un hospital público y se tapan entre ellos”.

Emma nació un 24 de agosto del 2015, y desde entonces, tras estar 23 días en neonatología, comenzó un tratamiento de rehabilitación, aunque la impotencia de no poder hacer justicia legal colapsó con el sentimiento de sus familiares.

“Nunca supe que a ella me la reanimaron, ellos me dieron una historia clínica en una fotocopia en donde no se entendía muy bien la letra”, explica la madre, quien agrega: “Yo en ese momento estaba llena de turnos y la verdad que prefería dedicarme a ella”.

Y en este punto, Micaela dispara: “Ella nació prácticamente muerta, pero ellos la reanimaron”.

La joven madre estuvo “cinco horas pujando” y no le hacían la cesárea, hasta que vino un médico, le “aplastó la panza con todo y Emma salió”. Luego de eso, comenzaron las idas y vueltas. “Un médico me decía una cosa, otro médico me decía otra”, remarca.

Sin embargo, hoy Emma tiene la oportunidad de recibir un tratamiento que, promete, podría cambiarle la vida para siempre, no solamente a ella, sino también a su familia.

¿El destino? Cuenca, en Ecuador. Allí, Micaela confía en un tratamiento médico a base de células regenerativas, aunque la plata no alcanza y la necesidad imperiosa de rebuscársela como pueda es un motivo de desvelo en las noches.

Números

La primera sesión está garantizada, gracias a un sorteo que ganó Emma, aunque el gasto del traslado se ocupa la familia. El 28 del presente mes, la infante viajará a tierras ecuatorianas para comenzar su sueño.

Según explaya, Emma necesita “5 sesiones de 3 mil dólares cada una” aunque los pasajes “salen casi lo mismo”, por lo que no tienen dinero para pagar la segunda terapia.

“Nosotros juntamos recién 250 mil pesos, y como mi hija por suerte ganó el sorteo de la primera sesión gratis, viajamos ahora el 28 y solamente en el pasaje gastamos 120 mil pesos”, asevera con preocupación Micaela.

Su familia hizo de todo, como bingos, campeonatos de fútbol y de handball, también una fiesta de despedida de año con grupos de música a beneficio, y si bien el barrio se involucró y participó, la economía no acompaña.

“Este tratamiento es una posibilidad para que mejore muchísimo”, aclara la madre, quien agrega: “Podría cambiarle la postura, la visión, Emma no fija mirada ahora, al tener tantas células dañadas. Este tratamiento les cambia la vida completamente”.

Por el momento, Emma no puede masticar, por lo que debe recibir comida semisólida. Además, se queda quieta “todo el tiempo” y lo único que hace es llevarse la mano izquierda a la boca.

Ella mejoró mucho con el aceite de cannabis, que la ayudó a alimentarse por mamadera, a sonreír, está más conectada con nosotros, intenta sentarse, balbucea un poco. También la ayuda a dormir, porque podía estar una semana entera despierta”, puntualiza Micaela, quien finaliza: “Estamos llenos de esperanza que va a mejorar con este tratamiento”.

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