Cuando uno se sube al avión para empezar las vacaciones, tiene ganas de viajar y olvidarse del trabajo. De distraerse. Cuando uno contrata un servicio, muchas veces quiere que simplemente funcione como uno espera, pero a veces las decisiones van más allá y se prioriza la seguridad. Si no se puede, no se puede.
Una de las máximas del periodismo es "no es noticia el avión que llega, sino el que se cae". Y, en cierto punto es verdad, porque la normalidad es esa. Sin embargo también hay situaciones que deben ser noticia. El vuelo 0706 de KLM que iba a despegar desde Río de Janeiro a Ámsterdam a las 21:55 no sufrió un desperfecto técnico, pero aun así no despegó.
La razón fue una mucha más humana. Seis de sus tripulantes se intoxicación con comida, incluido el copiloto. Según el parte del Capitán fue "una decisión difícil porque nunca había pasado algo así". La deliberación se hizo con Ámsterdam casi en el momento. De haber despegado, iba a ser un viaje de 11 horas con la mitad de la tripulación, con el copiloto enfermo y sin posibilidades de hacer un aterrizaje de emergencia.
El argumento, luego otorgado por los tripulantes a DIARIO POPULAR fue "ninguna de esas seis personas descompuestas puede brindar seguridad ante una situación de emergencia".
Enojos, gritos en portugués -y en algunos otros idiomas-. Para muchos de los que estábamos prestos a viajar en a ese avión, el retraso es una complicación porque se pierden reservas, se pierden días de vacaciones. Pero aun así, alguien comprendió que un viaje en condición de desamparo podía terminar en una tragedia.
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