El producto lleva la denominación Candy Art, y se produce en tierras chinas. Aquí comenzó a circular hace algunas semanas, tiempo más que suficiente para causar enorme furor entre estudiantes de escuelas primarias y secundarias. Los chicos lo bautizaron como el “machete comestible”, y se trata de un kit compuesto por una birome y tres papeles que, tras ser utilizados para hacer trampa en los exámenes, pueden ser ingeridos por el alumno para hacer desaparecer la prueba del delito. “Todos los chicos del secundario y de varias escuelas primarias lo compran, ya que el papel y la lapicera son comestibles. Lo usan para hacer machetes y luego se comen la prueba y así no hay razón de culpa”, explicó un comerciante de la capital cordobesa, donde el arribo del producto causa polémica. El “kit” para el engaño también se vende en locales de Capital Federal y el Conurbano, donde “sale como pan caliente”, de acuerdo a lo expresado por un kiosquero del barrio de Constitución, ubicado de manera estratégica a metros de dos establecimientos educativos. Se sabe que el alumnado siempre está buscando nuevas formas de esquivar el aplazo en materias complicadas, razón por la cual los docentes siempre están en alerta para malograr aquellas prácticas tramposas. Sin embargo, ahora el “machete comestible” emerge como una posibilidad concreta de eliminar la prueba en el mismo instante en que se desarrolla el “delito”. Para colmo, quienes han comprobado los aspectos positivos del producto en torno a cuestiones educativas, también destacan sus valores como golosina. “Viene en varios sabores, y es muy rico. La verdad, está muy bueno. Los profesores no se dan cuenta lo que hacés, porque parece que estás comiendo un dulce”, dijo un adolescente en declaraciones radiales.
De varios sabores
Aunque el precio depende de la zona del país donde se promocione el producto, en general se vende a un valor de 7 pesos. “Vale la pena. Cuando escribís, no se ve mucho, pero te sirve para armar buenos machetes. Al toque que lo usás, te lo manducás, y chau”, manifestó otra alumna, agregando que “ya lo usé tres veces”. Tal como se dijo, se trata de un producto de origen chino denominado Candy Art, que consiste en tres láminas comestibles, muy similares a los conocidos papeles de colores que hay en cualquier oficina. “Lo descubrí en el kiosco de casualidad, y me pareció copado para escribir cositas personales, pero después descubrí que podía usarlo para armar machetes”, confesó una alumna. Los usuarios sostienen que la mejor particularidad del producto es que está acompañado por una lapicera rellena de un caramelo de varios sabores -el más vendido es de limón- que permite escribir sobre ellas. Así, cuando el profesor se acerca porque tiene alguna sospecha, los dientes se encargan de eliminar las pruebas del delito. “Pintá, divertite, comelo”, reza la leyenda de los paquetes, que contienen una “birome” y tres láminas, todas comestibles. El producto viene generando gran polémica, incluso en foros de internet, donde muchos padres han tomado conocimiento de la modalidad. “¿Por qué no inventaron algo así hace 20 años?”, preguntó un hombre, que recibió varias réplicas de personas en contra de la venta libre. “Así está la educación actual”, comentó otro forista.

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