Una nena de 12 años sufrió discriminación cuando al intentar ingresar junto a su familia a una excursión al Parque Nacional Iguazú, en la provincia de Misiones, personal de la empresa La Gran Aventura, organizadora del tour, le impidió el acceso al ver que era insulinodependiente.
Según denunciaron los padres, la familia sacó los tickets para la excursión sin inconvenientes ya que entre las restricciones por enfermedades que exhibe la empresa en su página web no se menciona la diabetes.
Por otra parte, el padre de la menor, Rafa Sterin, explicó a Diario Popular que esa condición no constituye un impedimento para realizar actividades como la que se menciona, si la enfermedad está controlada.
Según su relato, el grupo subió a un camioncito para ir al barco. En el momento de subir al transporte "le ven la cánula con la bomba de insulina y preguntan qué es; les explicamos que se saca y se guarda en la mochila, pero ellos dicen ‘diabéticos no', se tienen que bajar’”, explicó Sterin.
“Les dijimos que ella no tiene ningún problema, pero los empleados de la empresa argumentaron que hay una ley y que no pueden subir diabéticos”, contó el hombre, que relató además que los responsabilizaron por retrasar la excursión.
Como la situación se puso tensa y la niña comenzó a llorar, los padres decidieron desistir de realizar la excursión. Sterin insistió en que “al tener la bomba y el sensor la diabetes está controlada, y si está en baja, con menos de 80 de glucosa, come unos caramelos y en un minuto está bien”.
“Además, estábamos los dos padres ahí, sabemos que no es de riesgo, hace hockey tres veces por semana, nunca le pasó nada”, señaló el denunciante.
Según su relato, poco más tarde en las oficinas de Parques Nacionales les indicaron nuevamente que a la excursión "La Gran Aventura" no pueden ir personas con diabetes. Sin embargo, allí les exhibieron una reglamentación donde no figura restricción alguna para personas con esta condición de salud.
“Dice que no pueden realizar la excursión personas discapacitadas, con osteoporosis, con afecciones cardíacas, pero no dice nada de insulinodependientes o diabetes”, puntualizó.
En este sentido, el padre de la menor caracterizó el episodio de arbitrario y discriminatorio y puntualizó que "no nos habilitaron ningún médico, dijeron que sólo están para cuando alguien se descompone”. Y adelantó que va a impulsar una acción por discriminación tras haber reclamado sin respuesta alguna en las oficinas de Parques Nacionales.
"Ante la falta de normas específicas que respaldaran la negativa a dejar participar del tour a la pequeña y su familia, en la empresa terminaron refugiándose en el argumento de la reserva del derecho de admisión", indicó Sterin.
El padre de la niña relató que la situación mostró un costado llamativo y absurdo ya que su hermano Germán, que también participaba de la excursión y es también diabético pero no portaba la bomba infusora de insulina, no tuvo inconvenientes en ser admitido.
Se dio la coincidencia de que estaba esperando para el horario de salida del siguiente tour María Sol Bettin, Licenciada en Nutrición, diplomada en diabetes y educadora por la Federación Internacional de diabetes, que también tiene diabetes de tipo 1 y utiliza la bomba de insulina.
Al presenciar el episodio Bettin se acercó para saber qué pasaba. “El padre me dice ‘no la quieren dejar pasar a la nena porque es insulinodependiente’. Le digo que yo también y les muestro la bomba, algo que es súper visible y el sensor también", contó Bettin al portal Diarios Bonaerenses.
La especialista explicó que "la bomba se puede sacar y podemos estar dos horas desconectados. Yo justo iba a ir a preguntar si me la podían tener mientras se realizaba la excursión pero la única respuesta que recibimos fue ‘no pueden entrar por ser insulinodependientes, no estamos seguros si vamos a poder reaccionar si pasa algo’"
Tras la negativa, Bettin se sacó la bomba, la guardó en la mochila, se puse una remera que ocultaba el sensor "y pasé porque sé que no había peligro. Cuando volvimos me cambié la remera, me puse un top y la bomba, o sea que se veía el sensor, y no me dijeron nada”.
Sterin le contó a Diario Popular que "se trató de un hecho muy feo que a mi hija la marcó porque frente a sus amigas ella sintió que su enfermedad le estaba impidiendo realizar una actividad que había esperado mucho. Todo resultó muy arbitrario e irracional y estoy dispuesto a denunciarlo judicial".
comentar