La distancia social es una de las maneras de prevenir el coronavirus. Sin embargo, el aislamiento está causando consecuencias a nivel psicológico. Así lo indica un relevamiento realizado por la UBA que revela que 7 de cada 10 personas experimentaron ansiedad, desánimo o insomnio desde el inicio del aislamiento.
El estudio, realizado por la facultad de Psicología a 2.631 personas entre el 27 y el 31 de marzo pasado, a 7 días del inicio del confinamiento, y a 2.068 personas entre el 8 y el 12 de mayo, mostró que solo entre un 5 y un 8% recurre a un profesional, mientras “resulta preocupante” el uso del alcohol o de alguna medicación para atenuar esos síntomas.
La encuesta concluyó que en promedio ente ambos grupos, el 75% de los participantes presentaban alteraciones, lo cual “es uno de los síntomas más frecuentes tanto en los trastornos de ansiedad como en la depresión, mientras que la disminución de la actividad física y la menor exposición a la luz solar en las grandes urbes alteran los ciclos del sueño‘
En el primer grupo, el dormir más horas de lo habitual “ es la alteración más frecuente”, mientras que en el segundo grupo el insomnio es el más habitual.
“Dormir más de lo habitual es considerado un síntoma depresivo atípico que suele acompañarse de falta de interés por el mundo externo y baja autoestima. La huida al mundo del sueño parece ser un recurso frente a la frustración de la vida en cuarentena”, precisó el estudio en sus conclusiones.
Por otra parte, el insomnio “es la típica alteración del sueño en los trastornos depresivos y también puede estar asociado a preocupaciones acerca del curso de los eventos, la repercusión financiera, el desorden en los horarios, la dieta, siestas e innumerables factores alterados por este cambio en los hábitos y rutinas de las personas”.
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En tanto, más de la mitad de la población relevada “no realiza ninguna de las actividades que se consideran saludables: actividad física, meditación, práctica religiosa o yoga.” y sí se observa una tendencia a la disminución entre el segundo grupo censal con el primero.
Los profesionales encargados del relevamiento concluyeron frente a este dato que “las conductas saludables permiten tolerar la cuarentena, amortiguando su impacto en el malestar psicológico”.
El trabajo destaca además que el consumo de alcohol “se incrementa” con la duración de la cuarentena” pero que no se observa lo mismo “con respecto al tabaco o las drogas ilegales”.
Para la facultad de psicología de la UBA, el estudio demuestra la relevancia de los factores psicológicos en los dos meses de aislamiento y promueven que salvar vidas “debe incluir el impacto psicológico” de las personas.
“El incremento del malestar psicológico puede a su vez aumentar el consumo de alcohol u otras conductas de riesgo para sí o para terceros” aseguraron los profesionales de Psicología y destacaron que el “cumplimiento de la cuarentena a mediano plazo depende de la comprensión y capacidad de regulación emocional que tengan las personas‘
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