En la casa de Mariquita Sánchez de Thompson se cantó por primera vez el Himno Nacional Argentino. Ella fue la encargada de entonar la primera estrofa. Aunque pasó a la historia por este hecho también protagonizó una romántica -aunque prohibida, por aquella época- historia al enamorarse de su primo Martín Jacobo Thompson.
A principios del siglo XIX, sus padres querían que se casara con un hombre adinerado y mucho mayor que ella. Pero Mariquita quiso defender sus derechos y con solo 18 años, solicitó al Virrey Sobremonte, un permiso para contraer enlace con su primo, quien finalmente se convirtió en su primer marido.
El divorcio eterno
Cuenta la historia que Salvador María del Carril y Tiburcia Domínguez tuvieron un desencuentro amoroso. Él le reclamó a su joven esposa su desacuerdo por los gastos que realizaba, pero ella hizo oídos sordos y siguió comprando todo aquello que se le apetecía. Fue por este motivo que su marido, enfurecido, tomó la determinación de publicar en los diarios de la época una solicitada en la que dejaba bien en claro que él no se hacía cargo de las deudas contraídas por su esposa.
Tiburcia, quien tenía un carácter muy fuerte, no le dirigió nunca más la palabra. El silencio en el matrimonio permaneció durante 30 años, hasta que 1883 Salvador María del Carril fallece y fue allí cuando Doña Tiburcia pudo darse el gusto de gastar su dinero. La señora murió 15 años después y en su testamento dejó su deseo de no mirar en la misma dirección que su marido por toda la eternidad.
El amor entre diferentes clases sociales
Fue una historia de amor que desafió varios tabúes de la sociedad porteña de principios del siglo XX. Marcelo Torcuato de Alvear, el soltero más codiciado de aquella época y quien luego se convertiría en presidente, se casó con Regina Pacini, una soprano consagrada de origen portugués. La alta sociedad argentina creía tener varios motivos por los cuales rechazarla: no sólo era extranjera, sino que además era artista.
Alvear tenía fama de mujeriego, pero a su esposa eso no la preocupaba: sabía que su marido siempre volvía a su lado.
Regina fue la persona que lo escoltó en su carrera política, ya que él le había pedido, unos años antes de casarse, que dejara de cantar. También lo acompaño en la dura enfermedad, que terminó con la vida de Alvear en 1942. Ella vivió varios años más pero siempre con el intacto recuerdo de su marido: todos los meses llevaba flores a su tumba. Finalmente fallece en Buenos Aires a los 95 años.
Una historia trágica
María Guadalupe Cuenca fue la esposa de Mariano Moreno, con quien tuvo a su hijo Marianito. El 24 de enero de 1811, él tuvo que embarcarse rumbo a Londres para cumplir con una misión que le fue asignada por el Gobierno porteño. Unos días después, Guadalupe recibió en una encomienda anónima un abanico de luto, un velo y un par de guantes negros. A partir de allí, comenzó a escribirle una serie de cartas que nunca llegarían a manos de Moreno. La primera de ellas, fechada el 14 de marzo, fue escrita diez días después de la muerte de su amado en alta mar.
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