En tiempos en que apostar por la cultura no es habitual, el actor, autor y director Ernesto Michel tiene a su cargo el Centro Cultural Fray Mocho, un espacio donde el teatro independiente encuentra un valioso cauce de difusión.
Desde hace 14 años, en pleno barrio de Almagro, el Centro Cultural Teatro Fray Mocho ofrece desde su espacio en Perón al 3600 un refugio para la cultura en sus distintas expresiones, en especial a través de obras de teatro y talleres, además de salas de ensayo donde el teatro independiente tiene un lugar.
Pero la historia del Fray Mocho no se remonta solo a esta década y media, sino que tiene su raíz en los años ‘90, fruto de la idea de un grupo de actores y amigos que intentaron armar un espacio para el teatro lejos de las grandes luminarias y que encontraron el camino a través de un sistema de cooperativa.
Al frente de esta iniciativa y como director y “hombre orquesta” del Centro Fray Mocho, el actor Ernesto Michel (69) asegura que “hoy sostener un espacio así no es fácil, los gastos son muchos, a la gente le cuesta en lo económico, pero la satisfacción de hacer lo que nos gusta es impagable”.
Actor, director y docente de actores, autor de varias obras de teatro, y permanente artista itinerante a través de la Argentina, países de América Latina y hasta de Europa, Ernesto Michel ostenta una larga trayectoria que se inicia en los años ‘50, y que lo llevó por los más diferentes caminos.
El primer recuerdo concreto que cita Ernesto como inicio de su vinculación al teatro es “cuando a los 12 años, Oscar Ferrigno, amigo de mi viejo, montaba la obra “Carro Eternidad” y yo le discutí una puesta, a él le gustó y empezamos a charlar sobre el tema”.
A principios de los ‘60, el padre de Ernesto comienza a trabajar en el viejo Teatro Argentino, cerca de Congreso, que dirigía Alejandro Romay, donde recuerda haber visto a Alfredo Alcón haciendo “Israfel”, y que años más tarde fue destruido en un atentado.
Luego de hacer una participación en la obra “El Soldado de chocolate” de Bernard Shaw, junto a figuras como Renán, Siro y Battaglia, Ernesto debutó en “Cyrano de Bergerac”, en el Botánico, junto a Zelmar Gueñol, y después encaró el papel que más satisfacciones le dio: el de un cocinero nuevo que llega a un lugar en la obra “La Cocina”, dirigido por Jorge Hacker, y junto a Daniel Miglioranza y los hermanos Pasik, entre otros. Corría 1974, y los elogios hicieron que se extendiera durante cuatro temporadas, incluyendo el logro de un premio Moliere..
Para Ernesto “fue el espaldarazo que me faltaba” y enumera su paso por varias películas y obras de TV, desde “Bairoletto” y “Gerónima” hasta “El sodero de mi vida” e “Ilusiones”, que protagonizaba Oscar Martínez, entre otros.
La idea de intentar nuevos desafíos hizo que Ernesto Michel comenzara a incursionar en la dirección. Luego de dirigir una obra infantil, un amigo le acercó un libro de un juez uruguayo, Juan Carlos Patrón, llamado “Hacé la calle”. “Era la historia de una prostituta, un vendedor ambulante y un policía corrupto. Era apasionante, porque incluía teatro, música y baile, me animé, lo adapté y lo estrenamos en el teatro Arlequín”.
De aquella sede en Abasto a ésta de Almagro
Con respecto al origen del Centro que hoy conduce, y cuya sala tiene una capacidad para unas 120 personas, Ernesto comenta que “el Centro Cultural Fray Mocho funcionó durante la década del ‘90 en el espacio que nos cedió una cooperativa, Coperriel, de los ferroviarios, en la zona del Abasto. El nombre viene de una vieja librería de los años ‘40 relacionada con gente de teatro y literatura”.
“Allí - remarca- hacíamos charlas, y venía gente del arte, la política y la cultura. El director del espacio se entusiasmó tanto que reformó el lugar para que pudiéramos armar una sala de teatro, así subieron a escena numerosas obras de autores argentinos y universales”.
A principios del nuevo siglo hubo que desalojar el lugar por una serie de conflictos y diferencias internas. “Por suerte mediante una estratagema, logramos extender el permiso un año más, y apareció este lugar en Almagro, donde había funcionado un estudio de TV, habían dejado todo abandonado, y pertenece a una institución judía. Por suerte un mecenas nos ayudó y pudimos habilitarlo en poco más de un mes”.
Para Ernesto Michel, “estos son espacios que nos ayudan a resistir las avanzadas contra el arte, no es fácil convocar pero cuando hay buenas propuestas el público responde” y asegura que los planes para 2018 incluyen el estreno de una obra suya, “Tango, religión y muerte”, y la reposición de “El marido engañado” de Moliere y la mencionada “Hacé la calle”, además de realizar
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