Durante 45 años, Ricardo Gómez edificó, como tasador del Banco Ciudad, un fanatismo por la numismática que sigue manteniendo con entusiasmo, a la par de su admiración por la obra de Manuel Belgrano, que lo hizo un estudioso de su vida.

Las pasiones y las aficiones no conocen límites cuando quien se interesa por un tema en particular le dedica a su vida muchas horas a fin de buscar, averiguar e intentar conseguir siempre un poco más sobre el o los objetos de su interés.

Esta caracterízación le calza perfectamente a Ricardo Gómez, un porteño que estudió en el colegio industrial y a los 18 años entró como empleado en el Banco Ciudad, entidad en la que se mantuvo durante 45 años, y donde desarrolló numerosas tareas hasta llegar a ocupar funciones en el cuerpo de tasadores de esa entidad que por entonces tenía como función prioritaria ser un banco de empeños.

De allí en más, Ricardo de a poco se fue apasionando con el infinito mundo de la numismática, es decir, el estudio y coleccionismo de monedas y billetes, ya sea del propio país o de todo el mundo y que se amplía a la medallística, las condecoraciones y vales diversos.

Ricardo Gómez, luego de jubilarse, hace diez años, de la entidad bancaria, siguió unido a esa actividad, a través del Centro Numismático Buenos Aires, una entidad que agrupa a aficionados y coleccionistas de esa disciplina, y que tiene su sede en la avenida San Juan casi Jujuy, en pleno corazón porteño.

Pero como señala, "yo no me considero tanto un coleccionista como un aficionado, y a través de todos mis años de actividad pude acceder a verdaderos tesoros e incunables que el destino iba poniendo en mis manos".

Y como ejemplo, relata en charla con Diario Popular que "uno de los tesoros que pude tener en mis manos fue un par de obras de Carl Fabergé, un orfebre que diseñaba obras de arte en oro y otros metales para los zares de Rusia, a fines del siglo 19, y que se distinguía por unos increíbles huevos de Pascua hechos en metales preciosos" y aclara que "aunque a mí me llegaron sólo un alhajero y otra pieza menor, sabía que tenían un valor incalculable".

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Para los más jóvenes, Ricardo explica que "el banco Ciudad funcionaba como entidad pignoraticia en Esmeralda y Viamonte, aunque tenía otras sucursales y esa era su actividad principal, la de posibilitar a mucha gente que necesitara fondos, que llevara a empeñar o a vender bienes propios para obtener una suma que se evaluaba a través de un cuerpo de valuadores, entre los cuales yo me encontraba".

Comenta que "con el tiempo, mi especialidad fue el tema de numismática y elementos que estaban confeccionados con metales preciosos", como oro, plata o platino, a veces con aleaciones de bronce o cobre. Aclara que "de todas formas, pasaban por mis manos todo tipo de elementos", y en tren de anécdotas, recuerda que "había gente que venía los viernes a empeñar un saco u otra prenda de vestir, y con lo obtenido iban a las carreras el fin de semana, y si ganaban venían a buscarlo".

Gómez, quien hoy es, además de vocal en el Centro Numismático de Buenos Aires- llegó a ser presidente de la institución en 2010- miembro de número en la Academia de Numismática y Medallística, recuerda que "en el banco teníamos como habitués a unos gitanos, que traían ducados austrohúngaros, los empeñaban y luego compraban coches o camiones y venían a buscarlos antes que pasaran a venta".

Ricardo explica que "una de las rarezas que pude ver fueron dos vales que se emitieron en las Islas Malvinas cuando Vernet fue gobernador, entre 1829 y 1933, eran el papel moneda que circulaba en ese territorio, y en el banco Ciudad hay un vale de un peso y otro de 5, y el banco Provincia cuenta con uno de 10, y tienen un valor incalculable". 

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Su admiración por Belgrano

Gómez, un estudioso de la vida de Belgrano, explica que "me acerqué hace unos 12 años, cuando hicimos una muestra en el Banco Ciudad sobre el creador de la bandera, y que fue muy importante, ya que reunió a todos los museos nacionales y provinciales".

Allí se pudieron ver los más diversos objetos relacionados con Belgrano, a quién Gómez le otorga un muy importante valor, y señala que "él vivió sólo 50 años, no como San Martín que lo sobrepasó en edad, y de quien hay más testimonios".

También recuerda que "la asamblea del año 13 le dio la orden para acuñar la primera moneda, cuando él tomó Potosí, ya que allí estaba la casa de Moneda más importante del mundo, y allí se acuñó la primera moneda del Río de La Plata.

"El valor depende de la antigüedad y la cantidad"

Toda actividad tiene sus secretos y sus características, y la numismática no está afuera de esto. Ricardo Gómez nos comenta que tanto en el tema de la moneda como de los billetes el valor depende no sólo de la antigüedad sino del material y de la mayor o menor cantidad que haya en existencia.

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Con él coincide el tesorero del Centro Numismático, Facundo Waisman, quien lo considera "un maestro en lo suyo" y explica que "por poner un caso, los australes salieron de circulación, pero hay muchos, y eso les quita valor, salvo los de 500 mil, que hay menos. También tiene que ver con el estado de conservación del papel, o si el billete tiene la firma de determinado funcionario".

Gómez recuerda que "en 1971 entró al banco una pieza que era muy antigua, y cuando la tomé para evaluarla, era un patacón, de la época de Roca, y justo se trataba de una moneda de un peso de 1881, cuando el peso se unificó, y de ahí en más estuvo en vigencia durante 90 años". Indica que "esa moneda se valuó en 110 pesos, y finalmente se vendió en 50 mil".

Ricardo y su joven colega de afición Facundo hablan con orgullo del Centro que integran y mencionan que hace poco más de un mes, la entidad participó de la 7ª Convención Internacional de Numismática, que fue declarada de interés cultural por la Legislatura de Buenos Aires, y de tuvo más de 350 participantes de aquí y del mundo. "Fue un encuentro de intercambio y charlas sobre esta pasión que tenemos todos quienes nos dedicamos a esto", remarca.

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