Actualmente periodista y escritor, y autor del libro Jugarás en Primera, Mariano Manzanel tiene una especial historia como ex futbolista de Lanús, club en el que hizo todas las inferiores, pero nunca pudo debutar en Primera.

La delgada línea de cal que separa el campo de juego del espacio adyacente al banco de suplentes a veces tiene una significación muy especial. Quien logra cruzarla puede estar al borde de la gloria y quien no lo hace tendrá la eterna duda de si el último vagón del tren de la ilusión y la notoriedad pasó de largo ante nuestras narices y el destino nos dijo que ese camino no era el previsto en los sueños.

En todo esto, palabras más, sensaciones menos, pudo haber pensado Mariano Manzanel (41), el autor del excelente y reciente libro “Jugarás en Primera”, que publicó Editorial Océano, y en el que parte de su propia historia encuentra un cauce, aunque no sea estrictamente una autobiografía, como él lo señala.

Dedicado desde hace varios años al periodismo y a las letras, casado con Nadina, y padre de Francisco y Santiago (de cuatro y dos años), Mariano Manzanel, ex futbolista, explica que “Jugarás en Primera es una novela en todo el sentido, pero sin dudas parece una autobiografía por los hechos que relata, hasta que entra en escena el personaje principal, El Polaco, y ahí el libro hace un click, porque partís de una historia real pero le vas agregando otros elementos de la ficción”.

Mariano Manzanel hizo todas las inferiores en Lanús, pero en 1995, cuando estuvo a punto de debutar en Primera, una situación fortuita impidió esa chance, y sucesivas lesiones posteriores hicieron trizas su sueño.

Tras un paso breve por San Telmo, y una oportunidad frustrada de pasar a un club de Porto Alegre culpa de un representante desleal, a los 24 años, Mariano sintió que el fútbol le daba muchas señales de que esa línea de cal era imposible de cruzar. Y en ese transcurrir, odió y se reconcilió con el fútbol, empezó a amar la literatura y exorcizó su historia al escribir “Jugarás en Primera”.

Esta es la primera novela de Manzanel, que antes sólo había publicado algunos cuentos en distintas líneas, uno de ellos más cercano al ámbito policial. Y asegura que “es mi objetivo hacer un libro exclusivo de cuentos, como un proyecto a corto plazo” mientras se declara admirador de escritores como Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri y Roberto Arlt.

Mariano, que estudió periodismo y realizó varios talleres y cursos antes de ser comentarista de deportes en varios ciclos de radio, reconoce que “en mis años de futbolista leía poco, pero a poco de abandonar leí “El túnel” de Ernesto Sabato, y de algún modo me abrió la puerta a la literatura”.

“Hay muchos que me dicen que se emocionan y se identifican, ya que en el libro se habla de historias de barrio, de amigos, de ciertos valores perdidos, de una generación que se crió en la calle, y creo que fui de los últimos en este sentido”, dice Manzanel. “Hay muchos que me dicen que se emocionan y se identifican, ya que en el libro se habla de historias de barrio, de amigos, de ciertos valores perdidos, de una generación que se crió en la calle, y creo que fui de los últimos en este sentido”, dice Manzanel.

Hijo de un hincha fanático de Lanús, y jugador e hincha desde chico de ese club hasta llegar al borde de su frustrado debut en primera, en 1995, Mariano vivió gran parte de su vida en la ciudad bonaerense, pero cuando dejó el fútbol quiso empezar de nuevo. “Me mudé cerca de Abasto, y luego a Palermo, me casé y fue como empezar de vuelta pero para recobrar mi identidad”.

Desde hace un tiempo, Mariano se reconcilió con el fútbol, y actualmente colabora junto a Gastón Esmerado y Alejandro Limia, DT’s de Guillermo Brown de Puerto Madryn (actual puntero del Nacional B) en videoanálisis, y aclara “no es que los videos sean lo más importante, porque está el talento de los que desequilibran, pero estudiar las virtudes y defectos de los rivales ayudan a minimizar los riesgos. Claro, si aparece un Messi, no hay video que lo pare”.

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Una historia que arrancó a los 5 años

El padre de Mariano tuvo hace poco la satisfacción de que en la cancha de Lanús le entregaran a su hijo una plaqueta por el libro y su paso por el club. “Es lógico, él apenas llegó a jugar en las inferiores de Banfield, laburó siempre en la industria del vidrio, ya que era de origen muy humilde”.

La historia de Mariano con el fútbol comenzó a los 5 años, cuando empieza a llamar la atención en las divisiones de papi en Argentino, y luego en La Fuente, dos clubes del barrio.

Tras realizar una prueba exitosa en El Porvenir, a los 8 años llegó a Lanús, donde hizo todas las inferiores, en los inicios de los ‘80. “Jugué de delantero, luego de enganche, y finalmente de marcador lateral derecho, en el puesto de Zanetti”, explica.

Y recuerda entre sus compañeros más notorios a “Coyette, Ibagaza, el Chupa López, Limia, Esmerado, los hermanos Mannara, Julián Kmet y Serrizuela”, mientras destaca entre los técnicos a Palito Brandoni, Panchi y Patricio Hernández y el Toro Raffo, que “era un tipazo, con una visión del fútbol muy amplia”.

El gol de cabeza que le frustró su gran sueño

Tras jugar y foguearse mucho tiempo en tercera y en reserva, en la temporada 1994-95 a Mariano parecía llegarle el gran momento, el gran sueño, la frutilla del postre, lo que él graficó como “estás a un paso de la línea de cal, para pasarla y cumplir el sueño tuyo, el de tu familia y amigos, y del barrio entero”.

Pero algo no funcionó bien. Mariano hacía el precalentamiento y seguía las indicaciones de su DT, Patricio Hernández, y recuerda que “tenía que esperar que la pelota se vaya afuera, o la interrupción por un foul, pero justo un jugador de Belgrano de Córdoba la puso en movimiento rápido, mandó el centro, Artime saltó mejor que sus marcadores y la puso en un ángulo”. Ganaba Belgrano 1 a 0 y con esto, los planes del DT cambiaron. Había que incluir un delantero. Y Manzanel volvió al banco. “Por eso digo que la línea de cal es el éxito o el fracaso, yo tuve un contrato, concentré, fui profesional, y debía haber jugado aunque sea un minuto del otro lado de la línea, es para años de terapia”, asegura sin rencor.

Días después, en un partido de reserva contra Racing, Mariano choca con un rival y se lesiona en la rodilla. Llega la pretemporada, y en un amistoso contra Vélez, el Pacha Cardozo lo cruza, se da vuelta mal, y se rompe los ligamentos. “Ahí me di cuenta que estaría más de ocho meses sin jugar, fue una tras otra, y tardé en recuperarme, pero claro, no llegaba a mejorar del todo. Seguí en el plantel, pero finalmente Cúper me deja libre, y lo sentí como un abandono, como que un día te dicen: ‘Tomátelas’”.

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