Desde hace 43 años, el tiempo que habita en el barrio La Unión, en Ezeiza, Alfredo Callejo es Fafá, apodo que le puso un comerciante del lugar cuando se enteró que el personaje de una recordada tira cómica y el rebusque que su nuevo cliente lograba con cartas, trucos y bolitas tenían a la magia como común denominador.
Fafá se convirtió así en una marca registrada para sus vecinos, por más que su nombre artístico fuera Kirin Dagot con el que arrimaba algunas pesos más a la economía familiar destinada a abastecer los ocho hijos que tuvo con Rosario, que en realidad fueron once con otros tres chicos que crió como si fueran suyos.
Callejo aprendió magia cuando de adolescente ayudaba en una parada de diarios en Monte Grande y conoció a un mago que le enseñó el abecé del oficio con el cual llegó a participar en un concurso en el mítico Feliz Domingo, de Canal 9, en el marco de una maratón solidaria.
"Perdí en el repechaje y terminé llorando por los rincones del estudio porque el ganador iba contratado a un circo que hacía temporada en Mar del Plata" contó Callejo, de 66 años, a HISTORIAS DE VIDA.
Así, el único hijo de un hogar de laburantes de Avellaneda que nunca quiso estudiar, empezó a transitar por boliches de mala muerte donde los parroquianos borrachos exigían algún cuento picante entre pases y trucos.
En paralelo, siguiendo el camino abierto por su padre, Fafá comenzó a trabajar en como obrero de la carne, rubro el cual llegó a desarrollar actividad gremial, más tarde como ferroviario para terminar jubilándose como portero de escuela.
Pero en el medio, le aportó otro ítem a su dilatada foja de servicios: la de luchador, con lo que formó diversas troupes con las que recorrió el Conurbano y el país, e incluso, llegó al Paraguay donde, dijo, "tuvimos tal éxito que hasta hicieron figuritas con todos nuestros personajes".
"Una vez vino a La Unión la troupe de Martín Karadajián que me gustó tanto que les propuse sumarme y me aceptaron para que hiciera magia o de árbitro en las presentaciones en el Gran Buenos Aires. Pero yo quería luchar", precisó.
"Les pedí que me enseñaran y de ese modo, empecé a aprender lucha cuando salía del matadero", recordó quien cuando podía, también hombreaba carne. "Es que siempre me las ingenié para sobrevivir", acotó.
Después fue el tiempo de armar con dos amigos su propia troupe de luchadores donde como árbitro o "El Gitano", fue un villano que terminaba transformando la rechifla indignada en aplausos agradecidos de chicos y grandes.
Casi una toma mortalPor estos días, para no perder aquello que tanto disfrutó en el ida y vuelta con el público como mago o desde el ring, Callejo armó una troupe familiar con su esposa y sus nietos con la que recorre vestido de payaso las escuelas de Ezeiza y Monte Grande.
Suele aclarar que la excusa, fue lo mucho que extrañaba los aplausos pero Callejo, es decir Fafá, sabe en lo profundo de aquella desición que la suya es otra respuesta más a su notable capacidad para sobrevivir con dignidad.