Reciente ganador del Primer Premio de un certamen de tango por su obra "Pintura Negra", el actor y dramaturgo Horacio Hornos se siente parte de distintos generos del arte, y lo demostro como autor y protagonista de obras teatrales y de cine, como poeta, letrista y hasta pintor

A veces el arte despliega su magia y su inspiración para llegar al artista en muy distintas vertientes. Quizás su nombre no figure entre los más conocidos de la escena artística, pero ese perfil bajo y esa conexión con la diversidad de no estacionarse y hacer lo que más sintió siempre, son los valores que mejor atesora Horacio Hornos, un poeta, letrista de tangos, dramaturgo, actor y pintor que desde hace varias décadas intenta mantener la coherencia en el mensaje que quiere expresar a través del arte.

Nacido en Parque Patricios, Horacio (en realidad Vazquez, su apellido real) es hijo de un policía, pero se crió en San Antonio de Padua, donde aún vive su mamá. Casado con Laura, padre de Mariel, periodista, casada con el escritor Marcelo Arias, y de Pablo Ezequiel, cocinero gourmet, habla con orgullo de sus nietos y dice que "mi suegro es un tipo increíble, don Giusseppe, hasta peleó en Libia".

Hincha de Independiente, cuenta además que "mi tío Lito era pariente de los hermanos Virgilio y Homero Expósito, y también de Billy Caffaro, su primo, o sea que el arte me viene también de familia".

Quizás Horacio recuerde como una marca cuando, apenas a los 15 años, el recordado actor de la época de oro del cine, Santiago Gómez Cou, le dijo poniéndole una mano en el hombro, que "tenía una muy buena voz". Pese a trabajar un tiempo en una escribanía, Horacio supo que lo suyo no eran las oficinas, y se acercó al Instituto Labardén, y luego a la Escuela de Arte Dramático, donde abrazó la profesión de actor, que desplegó tanto en el teatro como en el cine y hasta en el mundo de la publicidad.

Recuerda que "en el Club del Bufón, en el Abasto, trabajé en 2004 junto a Mónica Villa en la obra que dirigió Adrián Blanco, un gran amigo, llamada "Opereta" de Witold Gombrowicz, el escritor polaco que vivió varios años en Buenos Aires", y también lo hice en la obra que escribí "Hay que matar a la gallina", en 1981, que luego se volcó al cine con dirección de Daniel Zabala, que luego fue secretario de cultura de Morón.

Señala que "esa versión teatral fue dirigida por Hilario Quinteros, el hijo de Lorenzo. Quinteros y Tina Serrano, de quienes luego me hice muy amigo, tanto que Lorenzo me aconsejó en muchos momentos cuando tenía deseos de encarar algún trabajo nuevo".

Horacio comenzó a estudiar teatro a los 16 años, y cita entre sus maestros a Ariel Bufano, Raúl Serrano y Camilo Da Passano, padre de Alejandra y Claudio, y piensa que "el actor tiene que provocar cosas, a veces es muy liviano y muy esteticista, prefiero el teatro que conmueve"

Entre 1986 y 88, Horacio fue asistente de dirección del unipersonal "La historia del huevo", que protagonizó Tina Serrano, y poco después participó en piezas como "Ojo por ojo" y "Las clases de hacer guita".

Pero como si esto fuera poco, en los últimos años, y cíclicamente, Horacio también despuntó el vicio con la pintura. Dice que "tengo una decena de cuadros, donde despliego lo que siento, aunque se trate más de paisajes o de temas que remiten a lo interior".

Aclara que este placer por la pintura se originó en la época en que, muy joven, posaba como modelo vivo en la Escuela Pueyrredón de Arte. "Ahí aprendí a observar mucho, tuve profesores que me aportaron mucho, como Irureta y Vidal, y además, fue un lugar fundamental en mi vida, ya que ahí conocí a mi mujer Laura, que era alumna".

Destaca que "pintar es una buena catarsis, pero es más individual, de repente aparece en tu mente algún motivo para reflejar en la tela", y remarca que "la pintura no se puede explicar, te gusta o no, la sentís o no, a cada uno le transmite cosas diferentes".

Poeta y ganador del premio Homero Manzi

Aunque se define puntualmente como actor y poeta - asegura que tiene más de 50 poemas inéditos que esperan una próxima publicación- Horacio señala que "las letras de tango vinieron en los últimos tiempos, ya tengo unas siete u ocho obras" y destaca con orgullo que "hace poco gané entre 400 temas, el Primer Premio del Primer certamen Homero Manzi de Almirante Brown", por mi poema "Pintura negra".

Remarca que "tengo otros tangos, como "Botella mía", "Enigma" y "Giselle", a los que les puso música un gran maestro como Rodolfo Morroni" y amplía que "esta posibilidad surgió gracias a Claudio Manzi, nieto del gran Homero, y a Agustín Coralik, director de la Orquesta de Tango de Alte. Brown.

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Ganador del primer premio del certamen, una estatuilla que es obra de Oscar Rivera, Horacio dice que "creo que a los poetas del tango habría que hacerles una estatua en cada esquina con adoquines rejuntados de los countries, afanados a una Buenos Aires mucho más interesante que la de hoy, y el mundo sería mejor si cada ser humano supiera alguna poesía de memoria".

Entre sus planes, figura especialmente la posibilidad de presentar con el quinteto musical Pintura Negra, que tiene en formación, un recital con temas propios, con letras musicalizadas, y textos de Macedonio Fernández y Celedonio Flores, que posiblemente se realicen en la ciudad de Lomas de Zamora.

Amante del tango, Horacio es lo suficientemente ecléctico como para disfrutar también de géneros como el blues o el jazz, y destaca entre sus artistas preferidos a John Coltrane, Astor Piazzolla y Luis Alberto Spinetta.

Films, cortos y hasta un videoclip con Los Pericos

Desde mediados de la década pasada, Hornos participó como actor en varios films y cortometrajes, como "Marcos", "A contramano", "La primavera de Vicente", "Talión" y "La pantera rosa", pero rescata con especial interés su incursión en el film "El pasado", de Héctor Babenco. También actuó en publicidades comerciales y hasta en un videoclip de Los Pericos.

Horacio tiene sus referentes, y no olvida nunca el día que conoció el peruano Hugo Guerrero Marthineitz. Cuenta que "él iba con una novia por la calle Lavalle, yo lo seguía muy cerca, y me puse a imitarlo, se dio vuelta, se rió, me invitó al Tortoni y nos quedamos charlando un buen rato sobre música y literatura, era un tipo muy culto, que hizo historia en la radio".

En uno de sus poemas, Horacio desgrana y exhibe de algún modo su filosofía: "el sonajero de la vida me despertó una mañana y me preguntó: en qué lugar exacto de la mediocridad estás parado. Como un sincero dardo en el viento le contesté en la vereda de enfrente posiblemente por supuesto, afirmé. El sonajero hizo mutis y se retiró por lateral izquierdo, y yo me quedé ahí en el medio de la escena de cara a las luces sobre la tabla redonda de un mundo girando".

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