Generador de un proyecto artístico singular, el artista plástico Leandro García Pimentel avanza en la conclusión de un colorido mural alegórico de los cuatro elementos en un tanque de distribución de agua

Desde hace seis meses, una de las plazas principales de Monte Grande, De los Fundadores, frente a la estación de tren, adquirió una particularidad muy especial, que atrae diariamente a vecinos y curiosos. Su tanque de agua, mediante el cual la empresa Aysa distribuye la presión del fluido hacia todo el distrito, se encuentra rodeado de andamios y de a poco va tomando color a través de grandes figuras simbólicas que le dan otra vida al lugar.

La explicación es simple: el joven artista plástico Leandro García Pimentel, ganador de un concurso de arte promovido desde la municipalidad de Esteban Echeverría, comenzó en septiembre a realizar una obra titánica en las paredes del depósito de agua, que consiste en cuatro figuras pintadas de más de 20 metros (el tanque tiene 26 incluyendo el plato de arriba), que aluden a los cuatro elementos naturales: agua, aire, fuego y tierra, cada uno simbolizado a través de figuras humanas diferentes, exaltadas a través de diferentes registros cromáticos, que fluyen desde los colores más cálidos hasta los fríos.

La obra, cuya inauguración está prevista para el 9 de abril, día del aniversario de ese partido, requiere el trabajo constante, en los andamios montados a tal fin, durante siete horas por día, 5 días a la semana, de su creador e impulsor, con quien desde comienzos de año también colabora su colega Mariano Sangalli, también pintor y escultor.

Según su autor, este es el primer caso, al menos en la provincia de Buenos Aires, que una obra artística decora un tanque de agua, y significa para Leandro un desafío diferente en su trayectoria como pintor, dibujante y escultor.

Nacido en Capital Federal pero habitante de Monte Grande desde hace años, Leandro García Pimentel (36) cuenta que “mi papá, que era español, vivió muchos años en Canadá y se nacionalizó, aunque luego se radicó aquí en Argentina, donde por una enfermedad falleció hace dos años, pero siempre me apoyó en mi vocación” y amplía que “mi madre, además, es Mabel Pimentel, coreógrafa del Ballet Brandsen, y por ella también me acerqué a muchos aspectos del arte”.

Merced a sus contactos familiares, Leandro pudo viajar en varias ocasiones a Canadá, donde expuso sus obras (dibujos, pinturas y esculturas) en galerías y salas de Vancouver y Toronto y revela que “junto a mi esposa, que es historiadora de Arte, y hace su maestría en la UNSAM, planeamos viajar el próximo año a ese país para radicarnos un tiempo en Toronto, donde las posibilidades de crecer son muy amplias y donde las culturas se entrecruzan”.

Leandro, que estudió en la Universidad de las Artes (UNA) donde dictó cursos y talleres, asegura que “me gusta trabajar en formatos más chicos, desde el dibujo, hasta la pintura, escultura y obras en cerámica”, y con respecto a sus inicios, señala que “desde chico, me gustó dibujar, asi que al terminar el secundario no lo dudé. Hice una larga carrera en la UNA, me recibí de Licenciado en Artes Visuales, y luego me especialicé en el taller de Juan Herrera, profesor de dibujo y pintura, donde adquirí una alta técnica durante 5 años”.

Durante mucho tiempo, Leandro trabajó como ilustrador juvenil e infantil, para editoriales, libros y revistas, y también incursionó en la composición digital y animación, participando en campos como el video y el cine.

Con respecto a sus motivos de inspiración, indica que “suelo dibujar más en blanco y negro que en color, y me gusta más tocar temas universales, y ahondar en las cuestiones humanas, desde la ausencia hasta los sentimientos, algo que expresé mucho con lo de mi padre y abordar también lo filosófico, pero siempre desde lo metafórico”.i

Representación de los 4 elementos

Leandro explica su obra señalando que “son cuatro titanes que sostienen una rosa de los vientos, y representan a los cuatro elementos: el fuego, la tierra, el agua, y el aire, y de algún modo quise expresar lo que pasa hoy en el planeta, con el cambio climático, y llamar la atención sobre la necesidad de proteger la naturaleza”. Destaca además que “la rosa de los vientos está en la geografía argentina, y lo ideé de una forma que la Tierra apunta al Norte, el fuego a la cordillera, los vientos al sur, y el agua al Este, como una brújula, y de algún modo evoca a las plazas antiguas donde los monolitos orientaban a la gente”.

Tanto entre los vecinos como entre visitantes ocasionales, la repercusión de la obra fue muy positiva, y señala su autor “que muchos ya nos conocen y nos saludan, o nos desean suerte” y afirma que “hasta donde sé, es una obra original, no hay otras similares en la provincia”.

Más allá de sus proyectos de viaje a Canadá, Leandro, que en 2018 obtuvo una distinción de la UADE (Universidad de la Empresa) por una obra de cerámica, prepara una muestra individual en una galería porteña, con dibujos y esculturas, y un proyecto de murales en distintos puntos del país junto a Laura Iriarte, artista plástica mendocina.

“El arte no se explica, yo lo hago para mí, y a la gente le llega de distintas formas, cada uno interpreta lo que le parece, no es mi objetivo hacer algo para agradar, pero si sucede, mejor”.

Poética urbanas en un recorrido de arte

Durante 2019, Leandro García Pimentel participó de una iniciativa comunal por la cual se intervinieron con obras pictóricas y murales 12 paredes simultáneas del partido, a la manera de un recorrido turístico. Hubo artistas invitados, locales, del interior y hasta alguien de Uruguay, aportando obras sobre temáticas libres.

El proyecto se conoció como Anfiteatro de Poéticas Urbanas, con la idea que se vaya ampliando y haya un nuevo recorrido, con visitas guiadas, y en este evento Leandro dio inicio a su monumental obra sobre el tanque de la plaza, y destaca la labor de Adriana Weschler, secretaria de Cultura del distrito, “con quien pude obtener el apoyo necesario para llevar a cabo esta obra”.

Con respecto a este emprendimiento artístico, García Pimentel explica que “el concurso lo gané en 2014, en una convocatoria que también apoyaba Aysa, que luego se retiró, y recién en 2018, con Weschler, se volvió a revitalizar, y allí le acerqué la propuesta del festival de muralismo, que se hizo a mediados de septiembre, y allí comencé mi obra”.

Haciendo una relación entre el arte y lo social, Leandro comenta que “el año pasado con un colega ceramista estuvimos trabajando con un taller de cerámica en la villa Rodrigo Bueno, ganamos el mecenazgo, y encaramos un proyecto social, con salida laboral, sobre talleres de diseño, para orientar a la gente que se inscribe, y que puedan desarrollar nuevas tareas, la iniciativa ya tiene ya dos años, y estamos en el tercero, desde ese lado me interesa mucho volcar mi vocación”.

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