Ex combatiente, autor de un libro sobre su experiencia en las islas y periodista, Gustavo Pirich es además el creador de la Asociación Combatientes de Malvinas por los DD.HH., que lucha por los sobrevivientes de la guerra.

A 35 años del inicio de uno de los hechos más dramáticos que debió afrontar el país en toda su historia, como fue la toma de las islas Malvinas por parte de la dictadura militar que encabezaba por ese entonces Leopoldo Galtieri, uno de los signos que marcan las heridas de aquella medida que llevó a la Argentina a una guerra con Gran Bretaña - más allá de la legitimidad del reclamo por la soberanía- lo constituyen las secuelas físicas y psicológicas que afectaron a los ex combatientes, desde el abandono legal y social hasta la ola de suicidios y muertes por depresión que generó esa terrible conflagración.

Uno de los protagonistas de esa guerra es Gustavo Pirich, ex combatiente que preside desde 2013 la Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos (Acomadeh), una organización creada por él junto a otros veteranos de guerra, y que además es periodista y autor del libro “Hojas de la Ruta (de la guerra en las islas a la guerra en el continente)”.

Antes de la pesadilla, Gustavo era un joven con sueños, y que luego de la primaria, atendiendo a que todos sus amigos se inscribían en el instituto industrial San Bonifacio, decidió ingresar él también, luego de obtener el puntaje más alto.

“Cuando me faltaba un año - explica- me tocó el servicio militar, y al volver de la guerra, mucho más decidido y definido en mis objetivos, decidí hacer el secundario nuevamente, pero en la escuela nocturna, en el colegio Don Bosco, cerca de Congreso”.

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Nacido en Lomas de Zamora en febrero de 1962, el padre de Gustavo era un zapatero esloveno que si bien sabía todo del oficio y de lo más fino, se autocalificaba como “remendón”, es decir que hacía todo tipo de trabajos, y comenta que “mi mamá era argentina, nacida en General Belgrano, y cuidaba de un kiosco que teníamos, y a veces yo mismo lo atendía”.

Gustavo se casó con Roxana hace 32 años, y tiene dos hijos, Lautaro de 22 y Federico de 30, el primero estudia medicina y se desempeña en el área de la informática, mientras el mayor trabaja en el Banco Provincia”.

Casi una década después de su retorno de las islas Malvinas, a Gustavo le picó el bichito del periodismo, estudió y se recibió en un terciario, y también hizo la carrera de producción, pero le faltó una materia para recibirse. Aunque confiesa que “el derecho es mi gran asignatura pendiente”.

Como todo ex combatiente, Gustavo debió afrontar períodos muy difíciles, y señala que “en los ‘90 comencé a sufrir ataques de pánico, por eso el iniciar los estudios de periodismo me ayudó bastante”.

En abril de 1982, Gustavo Pirich cumplía su servicio militar en el Casino de Oficiales, y le faltaban 22 días para que le dieran la baja. Pero el destino le tenía reservada una sorpresa.

Cuenta que “el día 2 me despierto, siento una gran algarabía, y viene el subteniente, que me dice que recuperamos las Malvinas. Primero todos expresamos cierta alegría por el hecho histórico, pero luego empezamos a tomar conciencia de lo que significaba”.

Relata que “al principio no nos dijeron que íbamos a las islas, sino que íbamos a Comodoro Rivadavia a cubrir los puestos de quienes iban a Malvinas. El día que nos llevaron había familiares amigos de mi papá, y pese a los mejores deseos, desde los dos lados sentíamos que quizás no nos volveríamos a ver”.

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El martes 13 de abril finalmente, Gustavo junto a su sección, la compañía Regimiento 7 de La Plata, de la 10ª Brigada de Infantería, viajó a las islas y ahí comenzaba otra historia, que se extendería durante 63 días, y que lo marcaría para siempre.

Un libro de “interés nacional”

La Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos surgió, según cuenta Gustavo, “cuando presenté mi libro “Hojas de la Ruta (de la guerra en las islas a la guerra en el continente)” que fue designado como de interés nacional por la secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires”, y en el que relata las penurias sufridas durante la etapa bélica y también en la posguerra.

En el acto, donde participaron ministros, funcionarios y diputados, estaba Osvaldo Bayer, quien le hizo el prólogo, y dijo algo que a Gustavo lo marcó: “la verdad que no entiendo muy bien como los organismos de derechos humanos nunca se preocuparon por las violaciones de Malvinas, y los suicidios de los ex combatientes”.

A partir de esto, Pirich estimó que era fundamental crear una Asociación que pusiera en primer plano el tema de los Derechos Humanos, y remarca que “es muy importante reafirmar que estamos orgullosos de nuestros héroes, y de quienes dejaron su vida, ellos son un faro que siempre nos ilumina”.

Dos meses de guerra y de maltrato

Para Gustavo, como para todos los soldados que volvieron de las islas, la reinserción no fue fácil. En su caso, relata que “los primeros cuatro meses los pasé en casa, comiendo con mis viejos, recibiendo amigos, familiares, y mucho afecto”.

Al poco tiempo - comenta- conseguí trabajo en la Municipalidad de Lomas, haciendo las tareas más disímiles, desde manejar una grúa hasta verificar la frecuencia de los colectivos. En 1984, por suerte, entré al Banco Provincia, y allí trabajé, en distintas sucursales, hasta que me jubilé por invalidez”.

Una de las señales que marcan la gravedad del abandono de los ex combatientes la dan algunas cifras que señala Pirich, quien dice que “la mayoría de las muertes en los primeros cuarenta días de este año, se deben a paros cardíacos repentinos, ACV y cáncer”.

Las vivencias de Gustavo Pirich en los dos meses de guerra son numerosas, pero hay algo en común en muchos episodios, y es el maltrato recibido por los soldados por parte de muchos superiores.

Cuenta que “como la comida era escasa y la guardaban para los oficiales, una vez con un compañero nos llevamos algunos alimentos, nos descubrió un oficial, nos hizo poner rodillas en tierra y que nos golpeáramos mutuamente, como no lo hicimos, se encargó él de hacerlo”.

Señala que antes que se fuera el anterior ministro, Agustín Rossi, se desclasificaron archivos de la guerra, y ahí se difundieron 800 cartillas con los vejámenes que hubo.

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