Todos los sábados a la noche, los visitantes que recorren los locales del shopping Norcenter, en Panamericana y Debenedetti, en Vicente López, no solo pueden elegir productos para comprar -si el presupuesto se los permite- sino que además también pueden disfrutar de un regalo musical: la presencia de bailarines de todas las edades que, ataviados con ropas sureñas de Estados Unidos, ofrecen una exhibición y clases gratuitas con el fondo de la contagiosa música “country” (folklórica) de la región más tradicional de aquel país.
Este rito se repite casi sin pausas desde hace más de 10 años, gracias a la iniciativa y la voluntad de su propulsora, Cynthia Nadel, una amante de toda la música, pero especialmente del rock y del country, que allá por 2005, gracias a que se encontró con unos videos que le prestó una amiga traídos desde Texas, en los que se exhibía la forma de baile conocida como Line Dance (baile en línea), se propuso difundir este estilo ya que hasta entonces nadie lo enseñaba en nuestro país.
Hija de una madre que le transmitió la pasión rockera, y admiradora por sobre todo de Pappo y Spinetta, además de íconos como AC/DC o Led Zeppelin, Cynthia tuvo su época de guitarrista en agrupaciones del género, aunque luego sintió que su camino iba por el lado de la danza.
Pero para llegar a esa etapa, Cynthia pasó por otras actividades, aunque siempre con la premisa de no estar muchas horas esclava en una oficina, pese a que lo hizo durante un tiempo en una compañía de seguros, y remarca que “me sentía encerrada, por eso me largué a vender cosas que hacía”.
En un ambiente decorado por retratos de The Beatles, los Stones, Jimi Hendrix y hasta el blusero albino Johnny Winter, esta aventurera de inquietudes amplias comenta que “hice cosas tan diferentes como fabricar y vender jabones y bijouterie, estudié y laburé como fotógrafa de tortas, fiestas, cumpleaños y celebraciones, y hasta cursé kinesiología, trabajé haciendo masajes, depilación y manicuría”.
Cynthia destaca que “además de todas estas actividades, siempre tuve un amor secreto con la astrología, que heredé de una tía, y por eso también hago cartas natales. Pero desde hace una década, cuando surgió lo del baile, se convirtió en mi pasión y mi trabajo”.
La escuela de Line Dance que creó Cynthia se llama “Honky Tonk Stomp”, tiene su propio Facebook, “HTS” y las clases se dictan en seis horas semanales en Yuh Jaz, un centro en la localidad de Martínez, y donde concurren más de 150 personas de distintas edades, y apunta que “es sorprendente la cantidad de parejas más bien grandes que se enganchan, porque esta danza se baila separada, pero es muy alegre como una catarsis, y se crea entre todos un ambiente de diversión y de buena onda para compartir”.
Con Cynthia colaboran como profesores ex alumnos de ella, que fueron aprendiendo los pasos y detalles de la danza: Alec Grant, Cecilia Fondevilla, Gastón Schaefer y Paulina Pereyra, y no solo se reúnen para las clases, y para la exhibición en Norcenter, sino que además, y siempre cuando el clima lo permita, los domingos se presentan en la Estación de tren de la Costa en San Isidro.
Haciendo una retrospectiva, Cynthia comenta que “yo arranqué en 2005 en un centro cultural, dando clases, tenía solo 12 alumnos, pero a raíz de un anuncio en un medio, subieron a 48, y a partir de allí se fue difundiendo la existencia y atrayendo a familias y a chicos jóvenes” y aclara que “además de la sede de Martínez tenemos dos más en Devoto y en Villa Ballester”.
Todos los años, en septiembre, se realiza en San Pedro un festival de country en el que tocan alrededor de 40 bandas, que llegan de todos lados del país. Cynthia señala que “una de las precursoras fue Max, que tiene 30 años de existencia, pero con el tiempo se han ido sumando muchas más, que rescatan la esencia del género”.
Cynthia asegura que “en general las mujeres se largan más fácil que los hombres al principio, y los chicos también, pero lo principal es que todos se van integrando, y estamos hablando de gente a quien les gustan distintas músicas, pero descubren esto y lo adoptan como propia”. Anticipándose a posibles críticas al origen del baile, remarca que “el arte y la música no tienen nada que ver con lo político, el arte es universal, y no siento que practicar o enseñar esta danza sea un signo de colonización, porque lo colonial se da en otros niveles” y considera que “se trata del folklore de un país, su identidad, además el country también es una expresión que viene del pueblo, aunque acá todavía no sea tan popular”.
Más allá de su amor por el baile, Cynthia tiene en su vida otra gran pasión: la astrología, una disciplina milenaria que le fue transmitida por dos tías suyas, en especial por una, la tía Pilona, que la instruyó en todo lo referente a esta ciencia que lejos está de los horóscopos de ocasión y que indaga en el nacimiento, el alineamiento de los signos y los planetas, bases de toda carta natal.
“A todos mis alumnos les pregunto la fecha de nacimiento -afirma Cynthia- y a partir de ahí sé qué ascendiente tienen, si necesitan una explicación más o menos lenta, si tienen una personalidad más insegura o más práctica” y aclara que “no es una ciencia perfecta, hay tendencias, que sirven para orientar a la persona, pero ellos son siempre los que deciden un camino”.
Hablando de su propia historia, Cynthia cuenta que “en 2005 empecé a estudiar con la astróloga Liliana Widmer, y me dijo que ese año venía algo para mí relacionado con la música. Yo ya había dejado de tocar, por eso me pareció raro, pero a los pocos meses surgió lo del Line Dance”.
Cynthia Nadel, que es de Leo, atiende consultas y hace cartas natales, y considera que “la gente se acerca cuando tiene algún problema, es como cuando vas al médico, pero le puedo dar una orientación, esto no reemplaza a nada” y relata que “siempre hubo prejuicios, mi tía era hija de árabes, al principio el padre le quemaba los libros pero luego un cura le dijo que era una ciencia y ahí cambió su postura”.