Un calefón mal reparado en su casa fue el inicio de un nuevo camino para Norma Ferluga, quien se convirtió en una de las pocas mujeres en abrirse camino en un trabajo machista.

Aún en tiempos donde la igualdad de género ha logrado dar pasos muy importantes, no resulta usual para algunos sectores asimilar que muchas mujeres pueden acceder a la realización de trabajos que históricamente se han identificado con los hombres.

En todo esto seguramente pensó hace más de diez años Norma Ferluga cuando en una ocasión, comenzó a investigar sobre las causas de la rotura de un calefón en el edificio donde vive junto a su marido Osvaldo, y como no encontró satisfacción al diagnóstico del gasista, se planteó la posibilidad de capacitarse y encontrar un rumbo laboral diferente al de la mayoría de sus colegas de género.

Madre de tres hijos, Ariel (croupier que vivió en Bogotá varios años), Cecilia (reciente recibida en Marketing) y Tomás, el más chico, estudiante, Norma vive hace más de 20 años en un departamento de Villa Luro, junto a su esposo, retirado de Prefectura, y cuenta su singular historia, que la llevó a ser hoy una experimentada plomera y gasista que presta servicios a sus clientes con la misma dedicación como si fuera en su propia casa.

Cuenta que “yo nací y me crié en Morón, pero cuando me casé nos mudamos a Belgrano. De joven, ambicionaba ser cardióloga, pero finalmente el destino me llevó por otros caminos: trabajé como programadora y analista de sistemas en una empresa química, y luego en la firma Zanella, en el área de grupos cerrados, pero cuando nacieron nuestros hijos debí abandonar el trabajo y dedicarme a ellos”.

Según Norma, hace alrededor de diez años, un día vino al edificio un técnico gasista para hacer un arreglo en el calefón, que se había roto. La reparación que hizo me pareció extraña, porque hubo una explosión, y traté de investigar la causa del problema. Finalmente, vinieron técnicos de la firma a repararlo, pero me quedó picando el bichito de por qué no intentarlo yo misma”.

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Un conocido le comentó que en UOCRA daban cursos para ser gasista y plomero, y le dijo que ella tenía pasta para esa actividad. “Una vez vencido el prejuicio de que esa era una actividad masculina, inicié dos cursos, uno en Morón y otro en San Nicolás, y finalmente recalé en la sede de Rawson en Almagro”.

“Pude superar - asegura- la sorpresa de profesores y alumnos, en ese momento era la única mujer en animarme a esta tarea, y me recibí y matriculé en los cursos correspondientes, que me habilitaban no solo para realizar arreglos de cañerías en casas bajas sino también me matriculé para servicios en edificios y comercios, que requieren una mayor preparación”.

Así, Norma ya estaba capacitada para la reparación de artefactos de gas de todo tipo, desde estufas hasta termotanques y cocinas, y también se especializó en plomería para arreglos de cañerias de agua. Pero agrega que “como una cosa lleva a la otra, comencé a estudiar para interpretar un plano y estudié dibujo técnico, temas esenciales en el arreglo de caños”.

Destaca que “el primer sorprendido era mi marido, pero enseguida me apoyó, y de hecho, los arreglos caseros siempre los hago yo” y remarca que “al principio me costó un poco insertarme en el ambiente, pero como estaba matriculada, me llamaban clientes al encontrar mi número, porque figuro en el listado de Metrogas, y luego me fueron conociendo por la difusión boca a boca”.

En general, Norma se dedica a arreglos particulares, desde grifería hasta calefones y artefactos de todo tipo, y asegura que “no solo eso, también restauro lo que sea necesario, en cuanto a la fachada de un artefacto, lo limpio y pulo, lo pinto si es necesario y lo dejo a nuevo, porque el arreglo debe ser integral y de esa forma hay mayor garantía de que el aparato funcione mejor”.

"Ven que conozco del tema y confían aunque sea mujer"

Uno de los aspectos en los que Norma nunca deja de poner la atención es en explicar al detalle cómo será el arreglo y el costo que tiene, y advierte que “a veces nos vemos obligados a cortar el suministro pero por una razón de seguridad de las personas” y comenta que “alguna vez fui a una casa y el calefón lo tenían metido dentro de un armario de madera, y eso era una locura, porque podía hacer presión y explotar en cualquier momento”.

De todas formas, señala que “hay mayores avances en cuestiones de seguridad, pero buena parte de los problemas surge del estado de las viejas cañerías, o de mezcla de materiales en la unión de ellas cuando se hacen arreglos. En ese sentido, si yo tengo que ir de un extremo de la ciudad a otro para conseguir algún implemento, lo hago”.

En general Norma no ha tenido que luchar con el prejuicio de quienes piensan que este es un trabajo sólo para hombres. “Esto es porque luego de la primera impresión, ven que conozco del tema, y confían. Y cuando voy a algunos comercios a buscar repuestos, me felicitan porque soy muy precisa en pedir por su nombre correcto el implemento que necesito, si preciso una cupla no le digo que quiero el cosito que va en tal lado, lo digo por su nombre”.

Norma destaca que actualmente, “para algunos trabajos tengo un ayudante, ya que a veces hay que picar paredes o tareas que implican un mayor esfuerzo, y prefiero centrarme en el arreglo principal, porque las energías no son las mismas”, y destaca que “me llaman de todos lados, tengo clientes en la Capital pero también en distintas zonas del Gran Buenos Aires”.

Yo sigo capacitándome día a día, porque siempre queda algo nuevo por aprender, y cuando veo que hay un curso, me inscribo. Aparte, soy de preguntar mucho, es una actividad que requiere no quedarse con dudas”.

"Me atraen más las herramientas que la ropa"

Diplomada como plomera y gasista, Norma es una de las pocas mujeres que ejercen su trabajo, pese a que actualmente hay unas 170 mujeres matriculadas, Norma dice en broma que “me tomé tan en serio mi trabajo que me atraen más las herramientas que la ropa” mientras su marido, presente en la charla, sonríe.

Asegura que “nunca pensé que mi camino sería este, pero el destino me fue llevando, además, despierto confianza en la gente, algunos hasta me dan sus llaves si tienen que salir y saben que voy a cumplir con mi trabajo sin desordenar nada”.

Norma asegura que “me gusta lo que hago” y refiere que “cuando mi esposo me conoció el primer día que me visitó yo estaba subida al techo haciendo un arreglo” y señala que “en general me gustan todos los trabajos manuales, he hecho cosas de albañilería para mí, y me gusta tanto pintar como la jardinería, tanto que hace mucho me recibí como decoradora de interiores, aunque nunca me dediqué”.

Aún así, Norma es - también lo dice su esposo - una excelente cocinera. Y lo dejó demostrado en los exquisitos scones que preparó para ofrecer al cronista y la fotógrafa que la entrevistaron para esta nota.

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