De chico fue parte de un exitoso programa televisivo y aunque sus deseos de hacer teatro no se concretaron, no pierde las esperanzas de que la oportunidad recale en su quiosco, donde reparte simpatía e histrionismo
Los segundos que demanda una compra en el quiosco de Segurola al 200, en Floresta, son su cientes para que Omar Lefosse despliegue simpatía, calidez y dotes histriónicas que cultiva desde chico, cuando se convirtió en un personaje infantil de la exitosa tira televisiva Señorita Maestra.

Omar, que ahora tiene 43 años, recién había cumplido los 13 cuando empezó a encarnar el papel de Palmiro Caballasca, un alumno regordete y bastante tosco, que era junto a otros personajes como Meche, Etelvina, Siracussa, Cirilo y el portero Efraín, entre otros, una de las piezas principales del ciclo en el cual la malograda actriz Cristina Lemercier interpretaba a la maestra Jacinta Pichimauída.

La tira empezó a emitirse en 1983 por la pantalla de ATC y culminó tres años después, en Canal 9, bajo el título “Séptimo grado, adiós a la escuela”, ciclos en los cuales el personaje de Lefosse dejó huellas sobre todo con un latiguillo que inmortalizó: “me hirve la cabeza”, con el cual refería a las dificultades de la tarea escolar impuestas por el libreto.

“Pero el tema era que yo era como Caballasca”, contraatacó Omar en diálogo con HISTORIAS DE VIDA. “Caballasca era yo mismo y si algo le debo reconocer al personaje es que me hizo aprender mucho y conocer a mucha gente”.

Sin embargo, el rol del alumno duro de entendederas se cobró con creces el precio de la fama, ya que lo dejó encasillado en el personaje con el cual junto con la troupe de Señorita Maestra, también hizo giras por el país y hasta un viaje a Perú especialmente invitada del ex presidente Alan García.

¿Vos sos..?

Omar llegó al estrellato luego que su padre, Oscar Francisco, lo llevara a un casting televisivo que le permitió acceder al papel. “En las  lmaciones me decían que si le erraba al libreto que no preocupara y siguiera para adelante, para darle mayor espontaneidad al personaje”, aclaró.

La notoriedad hizo que Omar se convirtiera en celebridad de Aldo Bonzi, su barrio de cuna de donde emprendía todos los mediodías fatigosos viajes de dos horas hasta el edificio de ATC para filmar los capítulos del programa.

Toda la movida televisiva y un fuego interno que aun lo domina, acrecentaron el deseo de Omar de
hacer teatro, para lo cual incluso estudió con Angeles Rosales y Jorge Dorio, quien solía ponerlo de ejemplo ante los alumnos por su humildad.

“Nunca se dio la oportunidad, salvo algún que otro bolo en programas o publicidad. Es como si el currículum se agotara en Caballasca y yo quiero trabajar, me gusta hacer teatro”, puntualizó.

Sin embargo, no deja de esperar la oportunidad mientras se gana la vida en el quiosco, una actividad que encaró hace doce años después de haber sido durante un tiempo remisero. “El primer quiosco lo tuve en Liniers, después me mudé a Villa Luro y ahora estoy en Floresta. De a poco -añadió- me acerco al centro”.

Aunque no sea ámbito ideal para la actuación, en su negocio la esencia actoral de Omar juega  sus fichas con una atención a los clientes no exenta de toques de humor e histrionismo que lo convierten en un comerciante distinto.

Además, la fama ganada de chico de TV aún subsiste, al punto de tener que con rmar ante las a veces tímidas preguntas formuladas en el quiosco que efectivamente están frente a Caballasca, el gordito querible que tanto aprendió de Omar, en de nitiva el auténtico protagonista de una vida aun empeñada a concretar el acto más soñado sobre las tablas de un escenario.

Estaba enamorado de la maestra
Hasta las situaciones espinosas son tomadas con buen humor por Omar, quien el otro día, gracias a un amigo, se enteró que en nombre suyo habían transmitido saludos por radio a Etelvina, su vieja compañera de aula en los días de Señorita Maestra.

“Vino mi amigo Francisco al negocio y me dijo que me había escuchado por La Metro con el saludo para Etelvina (en rigor, Laura Tiller, la chica que en los 80 hizo aquel personaje) pero en realidad yo ni siquiera estaba escuchando la radio”, contó.

Omar no pudo aclararle a Etelvina que aquel Caballasca que se coló en el aire durante el reportaje “era un trucho”, porque “en realidad no nos hemos visto mucho con los otros protagonistas de la tira”. Sin embargo recordó que en los años posteriores al éxito del programa “solíamos reunirnos para festejar el Día del Maestro, obviamente con la presencia de Cristina Lemercier, que se suicidó hace 16 años.

De Lemercier Omar guarda un grato recuerdo de su calidez y humildad. “Yo estaba enamoradísimo de ella tal como le ha sucedido a muchos chicos con su auténtica maestra”, concluyó.

El más famoso de todos los del set de filmación
En una pequeña participación televisiva que tuvo hace ocho años para la tira Son Amores, el actor Miguel Angel Rodríguez tuvo un reconocimiento que conmovió a Omar Lefosse.

En medio de una escena, el personaje de Omar tenía que separar a dos de los actores que jugaban una situación violenta. “No sé por qué cuestión, si porque estaban desconcentrados o había movimiento detrás de las cámaras, Rodríguez paró la filmación”.

El actor abrazó a Omar y con su particular estilo explicó a un auditorio sorprendido por la actitud: “este que está conmigo -rememoró Omarhace unos años hacía 40 puntos de rating”.

Las miradas de asistentes, extras y actores se concentraron en Lefosse y en ese momento, Rodríguez apuntó “por si no lo conocen es Caballasca y es más famoso que cualquiera de los que estamos acá”.

“La verdad es que no me lo imaginaba”, apuntó Omar que en una de sus últimas apariciones televisivas fue en 2007 cuando hizo de sí mismo, es decir del actor que interpretó en el pasado a Caballasca, en la tira Todos contra Juan, con Gastón Pauls.

La publicidad también le abrió puertas y filmó un comercial para un hipermercado en el cual hace de un Caballasca treintañero que lleva a su hijo, de fisonomía parecida al Palmiro de Señorita Maestra, a hacer las compras previas al inicio de las clases y a buenos precios.

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