El enviado especial de Estados Unidos en Haití, Daniel Foote, presentó este jueves su renuncia al secretario de Estado, Antony Blinken, al argumentar que no quiere verse vinculado a la "inhumana y contraproducente decisión de deportar a miles de refugiados haitianos" por parte del Gobierno de Joe Biden.
"No me asociaré con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados y migrantes ilegales haitianos a Haití", dijo el enviado especial del Departamento de Estado en su carta de renuncia.
Foote criticó que la política de Estados Unidos es "profundamente defectuosa" respecto a Haití y recordó a Blinken que el país está "destrozado" debido a la pobreza, el crimen, la corrupción gubernamental y la carencia de recursos humanitarios.
A su juicio, el "colapsado Estado es incapaz de proporcionar seguridad o servicios básicos y más refugiados alimentarán más desesperación y el crimen".
"Sumida en la pobreza y rehén del terror", la población haitiana "simplemente no puede soportar el flujo forzado de miles de migrantes que regresan y que carecen de comida, refugio y dinero sin provocar una nueva e inevitable tragedia humana", escribió.
En este sentido, consideró que más impactos negativos en Haití tendrán consecuencias "calamitosas", no sólo para el país, sino también para Estados Unidos y el resto de países del hemisferio.
En el texto, Foote describió a Haití como un lugar en el que los diplomáticos estadounidenses "están confinados en instalaciones de seguridad debido a los peligros que representan las bandas armadas que controlan la vida diaria".
La renuncia del funcionario ocurre luego de que el Gobierno demócrata empezó la semana pasada a embarcar en aviones a ciudadanos haitianos que entraron a Texas desde México para llevarlos de regreso a su país.
Los haitianos forman parte de una ola de miles de migrantes agolpados desde hace varias semanas en las ciudades mexicanas de Tapachula (frontera sur con Guatemala) y Ciudad Acuña (norte, limítrofe con Texas).
Los migrantes haitianos llegan principalmente desde Brasil y Chile, donde habían emigrado tras el terremoto de 2010 que dejó unos 200.000 muertos en Haití.
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