El director del OIEA fue señalado por un alto asesor del régimen iraní, que lo acusó de favorecer a potencias occidentales con sus informes. La advertencia surge tras una resolución del organismo que podría derivar en sanciones internacionales.

En el marco de un preocupante aumento de la tensión en Medio Oriente, el gobierno iraní emitió una amenaza directa contra el argentino Rafael Grossi, actual director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), acusándolo de actuar en favor de intereses occidentales y de ser corresponsable de la escalada bélica actual.

La advertencia fue lanzada públicamente por Ali Larijani, influyente asesor del líder supremo Ali Jamenei y figura clave del régimen, quien escribió en redes sociales: “Una vez que termine la guerra, nos ocuparemos de Grossi”. La frase, de alto voltaje político y diplomático, encendió las alarmas en la comunidad internacional, sobre todo porque apunta directamente contra un alto funcionario de las Naciones Unidas de nacionalidad argentina.

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La intimidación se produce en medio de un nuevo pico de enfrentamiento entre Israel e Irán, tras el ataque israelí a instalaciones nucleares y militares en territorio iraní, que comenzó el pasado 13 de junio. El régimen de Teherán acusa al OIEA de haber generado, con sus informes, las condiciones políticas para que Occidente respaldara la ofensiva israelí, a la que considera una “agresión ilegal”.

En particular, Irán objetó un reciente informe publicado por el organismo dirigido por Grossi, en el que se detalla que el país posee cantidades de uranio enriquecido que, de ser procesado a un nivel más alto, podrían ser suficientes para fabricar bombas nucleares. Aunque el OIEA señaló que no tiene pruebas de un plan sistemático para desarrollar armamento atómico, esa información bastó para que varias potencias occidentales impulsaran una resolución contra Irán.

Dicha resolución fue aprobada el 12 de junio por la Junta de Gobernadores del OIEA, con el respaldo de Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, y el voto favorable de 19 países. En ella se establece que la falta de cooperación iraní constituye un “incumplimiento de las obligaciones” con el organismo internacional, y se abre la puerta a una posible remisión del caso al Consejo de Seguridad de la ONU.

En paralelo, las negociaciones entre Teherán y Washington para encontrar un entendimiento sobre el desarrollo nuclear iraní habían entrado en punto muerto. Estados Unidos exige la suspensión total del programa, mientras que Irán reclama su derecho a enriquecer uranio con fines civiles. La resolución del OIEA parece haber sellado ese desacuerdo y, según Irán, fue instrumentalizada para justificar el ataque israelí.

En declaraciones a la cadena CNN, Rafael Grossi respondió a las acusaciones y defendió el carácter técnico de su labor: “Un informe sobre la verificación nuclear en Irán difícilmente puede ser la base de una acción militar. Venga de quien venga, es una decisión política que no tiene nada que ver con lo que nosotros decimos”, aseguró el diplomático.

Pese a ello, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní endurecieron aún más el tono. Su vocero, Ismail Baghaei, criticó duramente a Grossi en la red social X: “Señor Grossi, esta admisión llega tarde. Escondió el hecho en su informe completamente parcializado, un reporte que fue mal utilizado por los países europeos y Estados Unidos (E3/Estados Unidos) para redactar una resolución con infundadas demandas de 'no cumplimiento'”.

Y añadió: “Esta resolución fue entonces utilizada como la excusa final por un régimen belicista y genocida para lanzar una guerra de agresión contra Irán y un ataque ilegal contra nuestras instalaciones nucleares pacíficas”, en clara alusión a Israel.

La postura de Teherán también se vio reflejada en otras declaraciones recientes. Las autoridades iraníes manifestaron su descontento general con la actuación del OIEA, al que acusan de ceder a presiones políticas, y apuntan directamente contra Grossi por su rol en lo que consideran una campaña de desinformación.

El organismo internacional, sin embargo, ha mantenido históricamente una posición técnica, basada en inspecciones verificables y marcos legales establecidos por el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). En ese sentido, Grossi ha sido una figura destacada en la búsqueda de consensos, aunque su gestión no ha estado exenta de tensiones, especialmente en contextos geopolíticos tan complejos como el iraní.

El diplomático argentino, con una larga carrera en la diplomacia nuclear, fue designado director general del OIEA en 2019. Desde entonces, ha tenido que enfrentar múltiples crisis, incluyendo las tensiones con Corea del Norte, el conflicto en Ucrania por las centrales nucleares ocupadas por Rusia y el ya crónico desacuerdo con Irán.

La amenaza de Irán hacia Grossi no solo expone al titular del OIEA a un riesgo personal, sino que también reaviva el debate sobre la independencia de los organismos internacionales frente a la presión de los Estados, y sobre el difícil equilibrio entre la transparencia técnica y las consecuencias políticas de cada informe.

Por ahora, ni la ONU ni los gobiernos occidentales se han pronunciado formalmente sobre la amenaza. Pero en los próximos días, con el Consejo de Seguridad y la comunidad internacional en alerta, el foco estará no solo sobre Irán, sino también sobre el destino de un argentino que, con perfil bajo, ocupa uno de los cargos más sensibles del tablero geopolítico actual.

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