El hermano de Benedicto XVI, Georg Ratzinger, aseguró que la abdicación fue por motivos de salud y graficó: "La edad oprime". La Santa Sede y los médicos se apegan a la versión oficial, sin hablar de enfermedad alguna
Fuerzas, salud, cansancio y hasta opresión... Las palabras revelaron ciertas, sutiles contradicciones en el entorno de Benedicto XVI, quien hoy sorprendió al mundo al anunciar públicamente su renuncia.

"Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino", expresó en latín el único Papa en dejar con vida el mando de la Iglesia en siete siglos.

Su hermano mayor, Georg Ratzinger, dijo desde Ratisbona -sur de Alemania- que la dimisión estaba sujeta a motivos de salud. "La edad oprime", graficó, y contó que conocía desde hacía meses la decisión.

El Vaticano, en tanto, hizo hincapié en que ninguna enfermedad específica llevó a que Benedicto tomara la decisión de renunciar. Un médico familiarizado con el equipo que atiende al Papa y que prefirió resguardar su identidad le dijo lo mismo a la agencia AP, pero agregó que como muchos otros hombres de su edad (85), sufrió problemas de la próstata. Más allá de eso, está sencillamente viejo y cansado, concluyó.

En 2005, a los 78 años, Benedicto era ya el Pontífice de mayor edad elegido en casi tres siglos. Ahora tiene 85 años y en fechas recientes perdió buena parte de sus fuerzas, redujo sus viajes al extranjero y limitó las audiencias.

Se traslada al altar en la Basílica de San Pedro en una plataforma móvil para ahorrarle los 100 metros de camino. Ocasionalmente usa un bastón. A finales del año pasado varias personas que lo visitaron dijeron que lo encontraron débil y demasiado cansado para participar en la conversación.

Él mismo reconoció que sufrió un embolismo hemorrágico en 1991 que le afectó temporalmente la vista, pero posteriormente se recuperó completamente. En 2009 sufrió una caída y lesiones leves, incluida la fractura de una muñeca, mientras vacacionaba en los Alpes. Se habla, a su vez, de hipertensión, dos accidentes cerebrovasculares y artrosis en el 50% de su cadera.

"Para alguien que tiene 85 años y sufre de artritis, las actividades de ser Papa son una batalla", dijo el Dr. Alan Silman, director médico de la organización británica Arthritis Research, que investiga esa enfermedad.

Joe Korner, portavoz de la Asociación contra los Embolismos de Gran Bretaña, dijo que un episodio leve de este tipo pudiera ser una señal de otro más grave en el futuro: "Creo que ya le han advertido que esto puede suceder y que tiene que cambiar su estilo de vida".

Benedicto dice que su avanzada edad significa que ya no tiene la fortaleza mental y física necesarias para liderar a los más de 1.000 millones de católicos del mundo. Palabras más, palabras menos, a partir del 28 de febrero comenzará a escribirse otra página en la historia del catolicismo.

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