La semana que se fue dejó dos temas que también darán que hablar a futuro: el referendo independentista en España y la masacre en Estados Unidos en la que murieron 59 personas. En esta nota, las raíces de dos conflictos que permanecen en la agenda internacional

El origen de un conflicto que parece no tener fin: la independencia de Cataluña

En 1714 un conflicto sacude a Europa. Es el enfrentamiento entre dos monarquías que tienen en escena a Felipe V y Carlos de Austria. En ese reparto del Viejo Continente, hay un territorio en disputa que elige luchar por el bando que, a la postre, iba a ser el derrotado. Se trata de Cataluña, que un 11 de septiembre, asedio y bombardeo mediante, cae a manos de la casa de los Borbones. Así se dio por concluida la denominada Guerra de Sucesión de España, que derivó en su unificación y diluyó la identidad de un espacio que más de 300 años después busca su reivindicación, sellando una independencia anhelada por varias generaciones.

A esa crisis de principios del Siglo XVIII es a la que apela un gran caudal de catalanes para expresar su sentimiento secesionista y concretar el objetivo planteado hace tiempo, pues, ese cimbronazo centralizó el poder, anuló varias instituciones catalanas y elevó al castellano como la lengua oficial, dejando en un segundo plano el idioma propio.

En ese sentido, a la hora de argumentar a favor de la separación, los independentistas, entre el pregonar del factor económico, pues ese sitio es uno de los más ricos de la nación ibérica, postulan la razón histórica, dando a entender que Cataluña estuvo mucho antes que la propia España.

Las paradojas de la historia hicieron que haya un nombre que esté marcado a fuego para los protagonistas: Felipe. El rey de aquella época, quinto en el linaje, fue el estandarte que propició la unificación, en desmedro de los catalanes. Hoy, con el VI al mando, en un tiempo completamente distinto y con unas circunstancias opuestas, los catalanes van en pos de su distanciamiento, en desmedro de España.

Por lo pronto, el propio jefe de Estado fue contundente una vez desarrollado el referéndum que habilitó el impulso independentista. “Han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España”, resaltó, con firmeza por cadena nacional, en sintonía con lo señalado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que despotricó frente al accionar en Cataluña.

LEA MÁS:

¿Cuál es la opción que baraja el estamento central frente a ese panorama? El artilugio legal con el artículo 155 de la Constitución Nacional, que le allana el camino a Madrid para considerar a una comunidad autónoma, en este caso Cataluña, en una actitud que “atenta gravemente el interés general de España”. Y así propiciar, previa aprobación del Senado, un cambio gubernamental en la Generalitat, el bloque ejecutivo catalán, que permita apaciguar los ánimos y retomar la calma.

Sin embargo, esa estratagema, que nunca se usó, juega con fuego. ¿Por qué? El envión de los catalanes suma fuerza, más aún después del resultado de la consulta del domingo pasado, y ganó terreno, todavía más, tras la respuesta negativa por parte de Rajoy, con la represión en las escuelas donde se votó. El propio Carles Puigdemont, líder del movimiento, aclaró que "la independencia es cuestión de días", todo apuntado hacia la próxima semana.

Se viven horas claves en la historia de España, en el marco de un conflicto que tuvo varios capítulos, pero que, tres siglos después de aquella Díada catalana, tal la conmemoración de antaño, ve cómo se asoma una posible independencia que podría cambiar la dinámica total de Europa en el futuro.

La masacre de Las Vegas y el nuevo viejo debate: la tenencia de armas

“Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Esa sentencia por parte del Congreso de Estados Unidos confecciona lo que se denomina la Segunda Enmienda, una de las pautas elementales que establece la Constitución Nacional. Se sancionó en 1791 y aún hoy, más de 200 años después, sigue suscitando polémica, especialmente cada vez que ocurre una tragedia como la que aconteció en Las Vegas el domingo pasado, que se convirtió en el peor tiroteo de la historia del país al alcanzar el récord de 59 víctimas fatales y más de 500 heridos.

LEA MÁS:

El trámite suele repetirse ante cada sacudón de este estilo en la sociedad norteamericana, más allá de los números fríos: el drama es el protagonista principal luego de que un individuo toma un revólver y, por la circunstancia que sea y el contexto que lo atraviese, decide disparar contra los demás. Saltan a la vista las muertes y mientras desde un sector exponen la necesidad de proponer un cambio a la legislación, buscando una limitación a aquella libertad, desde el bando contrario indican que esa variable restringiría, justamente, una libertad innegable.

Este último argumento, con la seguridad como eje trascendental, está custodiado por la Asociación Nacional del Rifle, organización creada a fines del Siglo XIX y que se considera la estructura de derechos civiles más antigua en territorio estadounidense, credencial que la habilita, de la mano de un gran caudal de socios –entre ellos varias personalidades de renombre como Charlton Heston, quien fuera su presidente hasta 2003-, a un poder de lobby tan fuerte que se mueve con mucha soltura en los estamentos gubernamentales de la mayor potencia del mundo.

Por eso, más allá de la permanente ida y vuelta en la discusión en cada rincón, es tan difícil trastocar ese eslabón en el andamiaje social estadounidense, pues a nivel discursivo, con esa institución fortalecida, la Segunda Enmienda goza de buena salud, fundamentalmente cuando los vientos políticos son favorables. Es justo el actual uno de esos momentos, con Donald Trump siendo mandatario, y todo el elenco republicano detrás, que no suele distanciarse un ápice cuando se trata de hacer mella a esa libertad de portar armas.

LEA MÁS:

Fue el propio presidente que en abril, pocos meses después de tomar posesión en la Casa Blanca, asistió a una conferencia de esa entidad y señaló que, a diferencia del Gobierno anterior -en referencia a Barack Obama- ahora encuentran a “un amigo” en el cargo. ¿Fue claro? Contundente: “Les prometo que como presidente nunca interferiré con el derecho del pueblo de tener y portar armas. La libertad no es un regalo de un gobierno, sino un regalo de Dios”.

Por eso no extrañó que, con esa aura celestial, una vez que asistió a Nevada para visitar el espacio en el que actuó con determinación Stephen Paddock para asesinar, desde la ventana de un hotel, a varias decenas de espectadores de un recital, haya optado por esquivar la polémica y remitirse, simplemente, a acompañar el dolor de los familiares de las víctimas.

Ahora bien, ¿a qué se refirió Trump cuando indicó en su momento que en la Casa Blanca la Asociación del Rifle hallaba a un amigo? Respuesta favorable para una estructura que supo, desde el principio de la campaña presidencial, ser sostén de un personaje que muchos miraban con recelo y hasta con incredulidad frente a la posibilidad de erigirse como mandatario. Es que del otro lado estaba Hillary Clinton, quien aún hoy, fuera de la palestra política central, continúa pidiendo por una apertura para se desarrolle un control más efectivo hacia esta Segunda Enmienda; y especialmente porque su antecesor fue uno de los más fervientes oponentes a esa entidad.

¿Qué hizo Obama? Lanzó un paquete de medidas entre las que se contó la renovación de la prohibición de armas de asalto, que había vencido en 2004, cuando George Bush la dejó caer, a diez años de la creación del veto por parte de Bill Clinton. Y también apeló a una revisión de los antecedentes de los compradores de armas, y cuestiones más técnicas como la anulación de la utilización de cargadores de alta capacidad.

Sin embargo, esa propuesta, que avanzó hacia el Congreso, se topó con la figura de una Asociación Nacional del Rifle que hizo lo suyo e impidió, desde 2013, año de aquel impulso del demócrata, cualquier movimiento en contra, a tal magnitud que subió la vara y, en paralelo a ese desafío de Obama, expuso en el mercado un videojuego, de su propiedad, para enseñarles a los chicos a disparar.

En ese sentido, el ex presidente, a la hora de hacer un balance de su periodo en el poder, resalta como una de sus falencias el hecho de no haber podido desarticular, al menos en parte, esa fuerza contundente de un lobby extraordinario.

Así la historia, el problema parece acentuarse y encuentra, a la par de una intención por formular una solución, una resistencia notable que se fortalece y por eso se vislumbra imposible de contrarrestar. Y, mientras el debate aumenta, al calor de las palabras, las tragedias se repiten, cada vez más constantes, haciendo de ese lamento una costumbre en la sociedad estadounidense.

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2021-110619619-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados