Toda la historia de San Jorge está cimentada sobre supuestos, ya que no se tienen documentos fehacientes de su existencia. En ocasiones es tal el cúmulo de figuras y construcciones de orden fantástico que pareciera ser un personaje basado en la figura de muchos otros hombres.
egún se dice, San Jorge habría nacido en Capadocia (actual Turquía) y habría sido instruido en la piedad cristiana por su madre, con la que marchó a Palestina, tras la muerte del padre. Por su origen noble fue nombrado tribuno militar. Rico heredero, al morir su madre, entró al servicio del emperador romano. Pero cuando vio las crueldades a que son sometidos los cristianos, repartió su riqueza y se enfrentó a las autoridades y al propio emperador.
Esto sucedió en 303, cuando Diocleciano emitió un edicto autorizando la persecución sistemática de los cristianos a lo largo y ancho del imperio y reaccionó ante las críticas de Jorge, ordenando su apresamiento y tortura, que éste soportó sin emitir una sola queja, y posteriormente lo ejecutó.
Tras diversas torturas, Jorge habría sido decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril del 303. Los testigos de sus sufrimientos convencieron a la emperatriz Alejandra y a una anónima sacerdotisa pagana a convertirse al cristianismo, que pasarían a unirse a Jorge en el martirio. Su cuerpo fue devuelto a Lydda para ser enterrado.
La leyenda de San Jorge fue forjada en Oriente y difundida en Occidente de forma amplia a raíz de las Cruzadas, y la importancia que tomó a lo largo de los siglos se debió a que en ella se aúna la descripción del martirio del santo y el mito pagano de la victoria sobre el dragón, cristianizado a su vez por las fuentes medievales.
Versiones y leyendas
La versión más antigua de la pasión del mártir es la de Pasícrates, tachada de extravagante por la Iglesia, pero que incluye, como señala Antonio Jaraba, un dato de importancia: el martirio de San Jorge tuvo lugar el octavo día antes de las calendas de mayo a la hora sexta; es decir el 23 de abril al mediodía.
La Iglesia prefirió las denominadas Actas Griegas de San Jorge, conservadas en la edición de Lipomano y Surio, según un manuscrito vaticano en latín. No obstante la popularidad de San Jorge vino definitivamente con la difusión de La Leyenda Dorada de Santiago de La Vorágine en el Siglo XIII.
Las fuentes históricas recogen con variantes los terribles martirios a que San Jorge fue sometido por defender su fe: atado a una rueda de cuchillos, arrojado a cal viva, sumergido en plomo ardiente, obligado a beber veneno, y finalmente, tras provocar conversiones y resurrecciones, es decapitado.
El dragón
La leyenda del dragón, originada en el Siglo IX, convirtió a San Jorge en un caballero vencedor de la tiranía. Según cuenta la leyenda, la ciudad libia de Silca estaba dominada por un terrible dragón que se ocultaba en un gran lago. El monstruo despedía un terrible hedor que infestaba todos los alrededores.
Había que alimentarlo para que no fuese a reclamar su comida a la ciudad, pero llegó un momento que no hubo más alimento para el dragón que los propios habitantes de Silca, quienes debían sortearse para ir al sacrificio.
Un día la mala suerte recayó en la hija del rey. La princesa, resignada a su destino, se disponía ya a cumplir su terrible deber, cuando apareció San Jorge. La doncella le contó la terrorífica historia y el santo caballero se enfrentó al dragón al que doblegó y entregó prisionero y moribundo a la princesa para que lo condujera a la ciudad. Cuando todos los habitantes de Silca se convirtieron, San Jorge mató al dragón.
Este episodio del dragón llega a Occidente desde Siria por medio de los cruzados. Simbólicamente el dragón enlaza con la idea oriental, especialmente sumeria, del gran adversario, y del caos primigenio de la cosmología mesopotámica. En el texto de la Leyenda Dorada alude a la peste, a las frecuentes y mortíferas plagas medievales.
La idea de enemigo primordial, y de la lucha heroica desplegada contra él, está además en relación con todos los mitos solares del Mediterráneo oriental, y es por extensión la representación del enemigo de Cristo y su pueblo.