Breve pero elocuente, la dedicatoria se lee en las primeras páginas del libro "Trimarco, la mujer que lucha por todas las mujeres" (Aguilar, 2013) de la periodista Soledad Vallejos: A las que se animan.
Las que se animan ¿a qué? "A lo que sea, no importa a qué", responde Vallejos a DiarioPopular.com.ar. "Hay situaciones que te ponen en un brete y que vos no sabés qué hacer ni cómo hacerlo, pero no te queda otra, entonces vas y lo hacés", detalla y afirma: "Eso requiere como un coraje. El coraje no es no tener miedo, sino que, tal vez tenés temor, no sabés lo que puede pasar, pero de todos modos vas y lo hacés", define.
Marita Verón desapareció el 3 de abril de 2002, a los 23 años. Desde entonces, Susana Trimarco, su madre, no paró. Llamó, golpeó puertas, visitó prostíbulos, habló y se peleó con políticos, con policías y abogados; creó una fundación de ayuda y contención a víctimas de la trata ("Fundación María de los Ángeles"); escuchó, abrazó y lloró con otras mujeres, adolescentes, chicas que, como Marita, fueron explotadas sexualmente. Puso el tema de la trata en el tapete, en un país en el que, claro, la explotación, compra y venta de mujeres existía, pero de eso no se hablaba. Trimarco se animó.
¿Por qué creíste que era necesario que haya un libro sobre Susana Trimarco?
Para empezar, porque no había. Y que no había quería decir varias cosas: por ejemplo, la figura de ella desde 2005 en adelante, se nacionalizó, se hizo mucho más conocida, porque los medios nacionales empezaron a prestar atención.
Pero sucede algo cuando una persona anónima, privada, se transforma en una líder social y es que cualquiera cree que siempre fue así o que siempre se manejó de la manera que se maneja. No se ven las transformaciones. Y una vez terminado el juicio por Marita (Verón), se había cerrado una etapa y ya llevaban 10 años y pico de lucha -Trimarco y la gente que la acompaña, su familia, sus colaboradores, sus abogados- y me parecía que era un buen momento para parar un poco y reflexionar sobre eso. Preguntarse quién es esta mujer, buscar respuestas posibles, pensar qué pasa cuando a una persona le cambia la vida de un día para el otro y tiene que empezar a lidiar y a entrar en contacto con un universo que desconoce por completo, como le pasó a ella.
¿Qué aspectos no conocías de ella que te sorprendieron a lo largo de la investigación?
Algo que me sorprendió mucho es eso que, en parte, cualquiera puede ver cuando la ve a Trimarco en la tele presentando una denuncia: la sensación de que no para nunca, de que está todo el tiempo pensando en esto, trabajando con este tema, buscando, gestionando, peleando con gente también. Y eso es así. Me sorprendió ver que no hay un afuera para ella de todo esto. No puede relajar. Y me sorprendió mucho en el sentido de que es una persona que vive hace 11 años y pico ahora con esto. Es muy difícil vivir así, es muy difícil tener una cotidianeidad de ese modo. Y ella lo sobrelleva, además, criando a su nieta, y armando una fundación y buscando a gente en quién confiar.
A mí me impactó mucho eso, entender que hay una persona que vive así. Desde lo humano me impacta mucho.
En uno de los tramos del libro, el diputado Horacio Pietragalla habla de Trimarco como la "Madre de Plaza de Mayo del Siglo XXI". ¿Vos coincidís?
Yo no sé si coincido en eso. Sé que es una lectura que hace un sector del arco político y de derechos humanos. Pero no creo que pueda hacer esa equivalencia.
El tema de la trata de personas, de la explotación sexual, la explotación laboral, empezó a verse en los últimos diez años, antes acá no se veía, no se hablaba de eso y no figuraba en la agenda política ni en la social. Y comienza a verse a partir de ella, ella es la que fuerza la entrada en agenda, que pensemos, que hablemos, que accionemos sobre este tema. En ese sentido, ella le da visibilidad y este es un tema de derechos humanos del Siglo XXI, desde ya. Pero me parece que el intento de comparación encasilla demasiado. A mí no me cierra todavía.
Tanto Madres como Abuelas son de un momento histórico muy particular y su solución a ese momento histórico y a los que les pasó a ellas y a sus hijos fue una respuesta colectiva. Ellas también, en general de la nada, sin tener que ver con la cosa pública, ni con militancia político partidaria, tuvieron que salir a ver qué hacían con eso... y en un contexto altamente desfavorable, peligrosísimo.
"Argentina es un país misógino y la Justicia está impregnada de eso"
El 11 de diciembre de 2012, la sala 2 de la Cámara Penal de Tucumán dejó a todo un país boquiabierto: absolvió a los 13 imputados por la desaparición de Marita Verón.
¿Cómo te cayó la sentencia sobre el caso Marita Verón?
Era muy inesperado que absolvieran a todos. No lo creían abogados, no lo creían los imputados. Al mediodía de ese día fueron los alegatos finales y estaban allí los imputados. Ellos mismos decían "ya sé que esto está decidido, que me van a condenar, que de acá me van a sacar con la policía". Quiero decir: ni siquiera ellos creían que esto era posible.
A mí me asombró mucho y, cuando lees los fundamentos, hay razonamientos muy curiosos. Los jueces no les creen a las testigos que han sido víctimas y que se escaparon o fueron rescatadas de una red de trata. No les creen, básicamente, cuando vos lees entrelíneas, por una cuestión de clase y de sexismo. Argentina todavía es un país misógino en el cual el Poder Judicial está fuertemente impregnado por eso.
Después de leerlo, el libro me deja como una suerte de reivindicación a Trimarco, sobre todo después de las críticas por sus contactos con el Gobierno nacional.
Yo no intenté hacer una reivindicación ni un libro de detractoras. Yo traté de ser un poco ecuánime, presentar datos. Lo que hay en el libro son datos, no hay opinión. Que después el lector tenga una posición a partir de esos datos, para mí es perfecto, y de hecho, es eso lo que quiero.
Pero para mí fue muy importante no poner opinión, más en un momento en el que todo el mundo juega para un lado o para otro, hacés un libro y te preguntan si es k o anti k, si a favor o en contra... es imposible trabajar así, no es eso el periodismo. Entonces yo tuve mucho cuidado.
Sí creo que hay una cosa injusta y no es solamente del caso Trimarco, sino que este clima de agitación termina generando razonamientos raros, en este sentido: existe una Ong, esa Ong viene a cubrir un espacio que el Estado dejaba completamente al descubierto, que no lo veía. La Ong lo arma, pero ¿con qué dinero va a funcionar? El estado tiene que cubrir eso. Está bien que la Ong reclame, que la sociedad civil vaya y diga que acá tiene que hacerse esto. Pero también está bien que si el Estado no cumple con sus funciones, por lo menos ayude a que se cumplan. Me parece injusto en ese sentido el reclamo de "se vincula con políticos".
Trimarco, en lo personal, se ve más afín al kirchnerismo, ella no lo oculta. Pero en su rol de presidenta de la Fundación (María de los Ángeles) ella se vincula con todos los sectores políticos. Apenas terminó el juicio, ella fue a Córdoba y firmó un convenio con De la Sota. En el libro están los datos también de su relación con (Mauricio) Macri: no sólo la sede de la fundación que está en la Ciudad de Buenos Aires son dos departamentos que pertenecían al Estado y le fueron cedidos como comodato a la fundación, sino que cuando Macri se casa con Juliana Awada pide a los invitados que el regalo sea depositado en una cuenta y que ellos la iban a donar a una Ong. Y la Ong es la fundación de Trimarco.
¿Recordás algún otro caso de un líder social al que se le haya criticado o puesto en duda por sus contactos con determinado gobierno?
Lo que pasa que en general no hay líderes sociales con este nivel de legitimación. En general, cuando llegan a tener este nivel de validación ya ha pasado mucho tiempo. Pensá que Madres y Abuelas (de Plaza de Mayo) llevaron décadas hasta que un gobierno empezó a entablar con ellas otro tipo de relación, y la mirada sospechosa empezó a partir de esa relación, pero tampoco es lo mismo Madres y Abuelas, eso lo sabemos.
Pero la figura de Trimarco creció mucho más rápido, en otro contexto además. Yo no recuerdo otra figura.
Lo cierto es que Trimarco es una figura atípica. Cuando vos en la Argentina ves a la madre de una víctima reclamando algo, lo que ves, lo que conmueve, es una persona más bien humilde, un poco desarreglada, totalmente desesperada, que pide 'por favor'. Trimarco es todo lo contrario. Trimarco es una señora que vos no la va a ver nunca con un pelo corrido de lugar, siempre impecable, porque es una cuestión también de cómo ella se presenta, que para ella es importante. Y además, ella no pide por favor, ella exige. Y eso es muy rupturista. En el fallo por Marita, los jueces dejan entrever que están molestos porque ella no estuvo todos los días del juicio escuchando a los testigos, pañuelo en mano llorando. Eso molestó. Trimarco es una mujer que no pide perdón por ejercer un poder que supo construir. Porque no es tímida. Eso creo que pesa muchísimo, más de lo que creemos.