Así lo sugiere un estudio que midió los efectos de los entrenamientos basados en técnicas aversivas en comparación con los que utilizan un sistema de recompensas.
Las autoras de la investigación analizaron comparativamente los entrenamientos basados en técnicas aversivas y los que se apoyan en un sistema de recompensas (como darle golosinas, cariño o juegos a los animales) y detectaron que los primeros generaron comportamiento que denota estrés en los canes, tales como bostezos, gruñidos, levantar una pata o relamerse los labios.
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A su vez, recolectaron muestras de saliva para determinar el nivel de la hormona del estrés, el cortisol, durante el reposo en casa y después de los ejercicios. Sin sorprenderse, descubrieron que el mismo era alto en los perros que habían sido sometidos a una educación aversiva.
Según las expertas, el entrenamiento basado en recompensas es el que debe aplicarse a las mascotas, ya que el del otro tipo puede significar un riesgo para su bienestar.
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