Allí jugarán Croacia y Nigeria y, si Sampaoli y compañía quisieran presenciarlo, deberán recorrer una larga distancia y obtener un visado particular, porque para llegar hay que atravesar otros dos países. ¿Por qué es tan importante en el mapa de Rusia?

Un par de horas después de que Argentina debute con Islandia en el Mundial, en pleno Moscú, a más de 1200 kilómetros de distancia, en Kaliningrado, saltarán a la cancha Nigeria y Croacia, sus próximos rivales. Y si por esas casualidades Jorge Sampaoli o algún colaborador pretende observar el juego, no por televisión sino desde las tribunas del propio Arena Baltika, y no puede viajar de forma veloz en avión, el trámite por vía terrestre no le resultará sencillo: para llegar a destino requerirá un visado particular para atravesar, previamente, Letonia y Lituania, y recién así alcanzar la ciudad rusa más occidental, situada en medio de la Unión Europea.

Esa provincia que antaño correspondía a territorio prusiano, siendo cuna del emblemático filósofo Imanuel Kant, y que, concluida la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética le arrebató a Alemania una vez derrotado el nazismo, se constituyó en los últimos años en un enclave vital para el gobierno de Vladimir Putin. Tanto que, con la pretensión de revitalizarla, el presidente le concedió un puñado de compromisos de la ronda inicial del certamen futbolístico.

El espacio, de apenas 200 kilómetros cuadrados, había quedado abandonado cuando se desmembró la URSS. Sin embargo, no perdió la vigencia como soberanía rusa pese a que a poca distancia surgían nuevas naciones producto de aquella implosión, que le generaban una barrera compleja en relación al resto de la Federación. ¿Las razones? Meramente estratégicas, ya que es un punto de vital trascendencia a orillas del Mar Báltico al ser el único puerto de esa potencia internacional que está libre de hielo todo el año, situación que brinda un movimiento económico considerable.

Frente a ese criterio, no es extraño que el actual mandatario en el Kremlin, con el Mundial como evento bisagra, dispusiera darle un salto de calidad a la zona, algo que se corroboró desde hace varios años y que propició cierta preocupación en el Viejo Continente, ya que visualizan cómo un adversario de mucho peso específico está a las puertas de su propio bloque.

Previo a esa decisión, el panorama era desolador en la región: la ciudad había sido devastada por el conflicto bélico y cuando los soviéticos tomaron el mando, a partir de la Conferencia de Postdam de 1946 por parte de los Aliados, nunca fue un espacio al que se le dio la importancia necesaria, dada la distancia con la capital. Para colmo, el desmembramiento de inicio de los 90’ mostró a ese lugar fértil para determinadas mafias criminales que se posaron en el centro de la escena.

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El Arena Baltika, de Kaliningrado, donde se jugarán cuatro partidos de Rusia 2018

La explicación más contundente la dio el ex primer ministro sueco, Goran Persson: "Está muy contaminada. Hay enfermedades como sida y tuberculosis. Hay desechos atómicos. Se encuentra casi cualquier problema imaginable en Kaliningrado”.

Todo viró con Putin al frente de Moscú, rejuveneciendo la zona, aunque dándole, también, una atribución militar que acrecentó la incertidumbre de sus vecinos, todos ellos ya añadidos reglamentariamente, desde 2004, a la Unión Europea. Por caso, en 2016 se hizo una maniobra de envergadura que posibilitó el despliegue temporal de misiles con capacidad nuclear, instancia que generó una alerta roja en la OTAN, con Estados Unidos a la cabeza. ¿Por qué? Un ataque a miembros como Lituania o Polonia, con los que se limita, obligarían a la activación del Artículo V, con toda la alianza saliendo en su defensa.

¿Cuál fue la respuesta de ese organismo, entonces? Un comando especializado justamente en aquellos países, reforzando la cantidad de soldados ante cualquier eventualidad que propicie un conflicto en el Báltico. Y vaya si resulta de relevancia esa jugada, a sabiendas de lo que ocurrió recientemente, especialmente con el drama diplomático en el que se perfilaron acusaciones cruzadas entre Rusia y Gran Bretaña a partir de lo que le sucedió al ex espía Sergei Krispal, sufriendo las consecuencias de un agente nervioso en Londres, y por lo que se sostuvieron salidas masivas de funcionarios de uno y otro lado, amenaza de boicot al Mundial incluida.

Pero no todo es una cuestión militar. Y por eso Putin apostó por levantar la imagen de Kaliningrado, invertir en el enclave y darle una suerte de aura que la asemeje a lo que ocurre con Hong Kong a China, pero en este caso, y como contraposición, en el corazón de Europa.

Entre esas medidas está la construcción de un nuevo estadio, jubilando al que utilizó siempre el FC Baltika, y pasando de una capacidad para 20 mil espectadores a otro de más de 45 mil. En ese terreno renovado las miradas estarán puestas en Nigeria y Croacia. Entre ellas, la de todo el plantel argentino, a más de 1200 kilómetros de Moscú, y con dos países de por medio.

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Los cuatro partidos que se disputarán en Kaliningrado:

16/6, 16 hs. Croacia vs. Nigeria, Arena Baltika (Grupo D)

22/6, 15 hs. Serbia vs. Suiza, Arena Baltika (Grupo E)

25/6, 15 hs. España vs. Marruecos, Arena Baltika (Grupo B)

28/6, 15 hs. Inglaterra vs. Bélgica, Arena Baltika (Grupo G)

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