En Argentina nos matan, una a una, cada 30 horas. Nos queman, nos rocían con alcohol y nos prenden fuego, nos revientan la cabeza con un fierro, nos asfixian, nos violan y golpean hasta la muerte. Nos tiran. Nos descartan, adentro de una bolsa, envueltas en papel film, como basura. Como deshecho. En un container nos tiran. En un descampado. En un río, para que nos lleve la corriente.

Cada 30 horas pasa esto en Argentina. Casi una por día. Esta mañana mataron a una. Mañana por la tarde otra. El jueves por la noche llegará la tercera.
 
Por eso no es un slogan, una consigna vacía, una foto. #?NiUnaMenos es una exigencia y es, además, la primera convocatoria a una movilización que visibiliza, cuestiona y problematiza el tema, por fuera del ghetto de los movimientos feministas y de géneros.

Es cierto que hay comunicadores sexistas hashtagueando, humoristas hipócritas colgándose el cartel, artistas y conductores misóginos –esos que preguntan: "¿y vos qué hiciste para que te golpeara?" y después se quejan de la violencia, del país crispado– sumándose a la campaña. Pero es la primera vez que la palabra femicidio se massmediatiza. Que el problema de la violencia machista se federaliza.

Durante los últimos días, en los festejos oficiales por la Revolución de Mayo, muchos de los artistas que desfilaron abajo y arriba del escenario de la Plaza lo hicieron con remeras alusivas. "Ni una menos", "Si te pega no te quiere", "El machismo mata", etc. El domingo hubo un segmento especial llamado "Se trata de nosotras" y por ahí pasaron cantidad de mujeres manifestándose en contra de la trata de personas. Es cierto que el Estado sigue no haciendo lo suficiente, es cierto que las comisarías de la mujer todavía no cuentan con personal capacitado, que nuestras leyes contra la trata y la violencia de género son, cuanto menos, cuestionables, que la Justicia tiene demasiados restos de misoginia y que la policía sigue gozando de buena salud como eslabón fundamental de los mecanismos que aceitan las redes de explotación sexual. Pero también es cierto que hay cantidad de gente trabajando y creyendo que las cosas de cambian desde ahí: desde el Estado, desde el barro y desde la cultura.

Lo que pase el 3 de junio en el Congreso es para muchxs un misterio. Las locas de siempre, las brujas, estaremos en nuestra salsa; las señoras que se solidarizan con una causa que creen ajena y de la cual apenas habían oído hablar, se asustarán de algunos de los cánticos, (o quizá se diviertan). Los varones que se van de putas todos los fines de semana pero que se convencieron, luego de tanto barullo mediático, de pasar un rato por ahí sentirán una leve incomodidad. (Quizá, quizá no). Aquellos que titulan "crimen pasional" en los matutinos se cuestionarán sus prácticas, y aquellas que preguntan primero por qué la chica se durmió en el taxi reflexionarán sobre sus propios riesgos y libertades. 
El 3 de junio iremos todxs. Y diremos: ni una muerte más. Ni una mujer menos.

* Periodista. Integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina (RIPVGA)
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