Esta mañana se dirigía a la fiscalía para presentar nueva documentación y allí, paradójicamente, encontró la muerte. El criminal, que no podía estar a menos de 500 metros de la chica, sacó un cuchillo, la atacó brutalmente, abandonó el cuerpo en la calle y escapó.
Su madre, Marilén, no encuentra consuelo: "Hacía mucho tiempo que la maltrataba, pero yo no veía eso. Hasta que hace quince días fui a la casa y escuché gritos pidiendo ayuda. Empecé a golpear la puerta con fuerza pero él me echó. Entonces llamé a la Policía, porque tenía la tercera restricción perimetral, pero nunca la cumplió".
Marilén dice que la comisaría de Manzanares estaba al tanto, que el patrullero fue tres veces a su casa, tantas veces como ella lo había denunciado por amenazas. "A la noche me dijo que preparara tres cajones. Conmigo estaba enojado porque la saqué a mi hija. Decía que ella no iba a vivir si no estaba con él".
La mujer habló con la Policía, preguntó si habían arrestado a Moreno y le contestaron que no, pero que le habían hablado. Paseó por la comisaría local, por la Comisaría de la Mujer y por la fiscalía. No consiguió nada. "Era como una tomada de pelo", graficó. Horas después, el cuerpo de Morán apareció tirado en una zanja, de costado, y con múltiples heridas de arma blanca en el cuello, el torso, las manos, los brazos y otras zonas del cuerpo.
"El imputado escapó con el cuchillo ensangrentado en la mano en dirección a la estación ferroviaria de Manzanares. Estamos buscándolo", aseguró una fuente judicial a la agencia Télam.
La víctima llevaba consigo una cartera pequeña de donde, a pesar de haber caído en el barro y estar mojada, los investigadores rescataron un oficio judicial del Juzgado de Familia 1 de Pilar. Era la orden de prohibición de acercamiento emitida el 21 de julio, es decir, hace sólo ocho días, contra el ahora prófugo Moreno.
Un combo de desidia que resultó explosivo. Y mortal.