El panadero Pablo Fernández hacía sólo seis meses que había abierto su comercio en Billinghurst. En ese tiempo, la delincuencia no lo dejó tranquilo. Sufrió robos, aprietes y amenazas. Cansado de la situación, el lunes se enfrentó a los malvivientes, a quien les avisó que no les entregaría el dinero de la recaudación del día, pero lo mataron de un tiro en el pecho. La historia es una más de las tantas que los vecinos padecen en esa zona de San Martín, donde la inseguridad se padece de manera cotidiana.
Desde el foro de seguridad de la zona, los voceros contaron que “en San Martín seguimos por encima de los mil hechos denunciados mensualmente, a los que debería sumarse los robos y hurtos que nadie denuncia en las comisarías”, agregando que “en el partido, a pesar de los reclamos, tenemos un policía por cada 600 habitantes, mientras que en San Isidro trabaja un uniformado cada 300 vecinos, exactamente el doble”.
Desde la Departamental San Martín de la Policía Bonaerense, se indicó que las zonas de conflicto, como desde hace al menos una década, son las villas y asentamientos que se encuentran en el partido. “Nuestros relevamientos indican que 98 por ciento de los habitantes de las villas son trabajadores, amas de casa y estudiantes, pero el lugar es aprovechado por bandas que son un verdadero problema”, dijo un jefe policial.
Bandas de rotación
Al momento de trazar el mapa del delito, la fuente policial consultada marcó con exactitud las usinas de delitos en la región. “Las bandas locales roban en San Martín, pero también lo hacen en Vicente López, San Isidro o Tres de Febrero. Van rotando de zonas, para no quemarse. Pero lo concreto es que muchas tienen base en los asentamientos locales”, aclaró el jefe policial.
En ese sentido, indicó que los lugares “calientes” son las inmediaciones de la estación ferroviaria de Villa Ballester, Villa Lavalle (Billinghurst), Villa La Rana, Villa Tranquila (cerca del cementerio de San Martín), Villa Corea (José León Suárez), y la Villa 18 (Billinghurst). Otros asentamientos, “famosos” por episodios siniestros, son los barrios La Cárcova, Hidalgo y Costa Esperanza.
“La peor parte la tenemos los vecinos de Billinghurst, de eso no hay dudas”, comentaron en el foro de seguridad. “Hay comerciantes que tienen que pagar un peaje diario a delincuentes para no ser robados. Es una vergüenza. El problema es que la policía no da abasto, no alcanzan los recursos humanos. Estamos esperando con ansiedad la llegada de los gendarmes”, indicaron.
Números y terror
En todo el territorio de San Martín funcionan nueve comisarías, a las que debe sumarse la seccional dedicada integralmente a delitos contra las mujeres. En los últimos años, por iniciativa comunal los vecinos vienen pagando una tasa municipal por seguridad, que ayudó a reforzar el patrullaje, tras la compra de 35 automóviles, y equipar a los uniformados con teléfonos celulares, cuyos números se difunden para que los ciudadanos tengan acceso inmediato a los efectivos.
Los vecinos, por su parte, sufren en carne propia las consecuencias del descontrol en el terreno de la inseguridad. “Hay tiroteos todos los días. A mí me robaron dos veces en el mismo mes. La verdad que vivir en San Martín es un castigo. Nosotros amamos esta ciudad, pero les pedimos a las autoridades que nos cuiden, porque estamos abandonados, a merced de las bandas delictivas”, dijo Javier.
“De noche no se puede transitar, en auto o caminando. Es de terror. Vivimos asustados. Mi hija, de 9 años, no sabe lo que es andar en bicicleta por las calles de Billinghurst. Pusimos rejas en toda la casa, colocamos una alarma que activamos cuando salimos. Al llegar a casa, tomamos mil recaudos para evitar asaltos. Esto no es vida”, finalizó Nilda.