Durante el kirchnerismo, es decir en las últimas dos décadas, la conmemoración del 17 de octubre, acto fundacional del peronismo, fue perdiendo importancia y significación. El 11 de marzo, aniversario del triunfo de Cámpora en 1973, ocupó un lugar casi sustitutivo en la liturgia del peronismo.

Reconocía y exaltaba a Eva Perón, pero asumió una posición poco entusiasta respecto a Perón, que seguía siendo para el peronismo tradicional y los sindicatos su referencia central.

Hoy, en cambio, el 75 aniversario del que emergiera el peronismo como una expresión política popular que continúa protagonizando la política argentina, ha adquirido una importancia singular. Varias circunstancias lo explican: el peronismo necesita dar la imagen de movilización que en los últimos meses ha estado en manos de la oposición con los “banderazos”; necesita un hecho que recupere la épica y el entusiasmo que se han perdido; y necesita mostrar la unidad en momentos en que el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner son percibidos como dos polos dentro de una coalición amplia pero imprecisa.

Una conmemoración con movilización para recuperar la calle y darle protagonismo al Presidente fue iniciativa de la CGT, para la que siempre el 17 de octubre fue una fecha principal. Buscó también que los gobernadores la acompañaran en el lanzamiento de la candidatura de Alberto Fernández para la presidencia del PJ. Mientras el Presidente moderaba la iniciativa, el kirchnerismo con sutileza lo fue transformando en un acto de unidad que mostrara al Presidente y a la Vice en un marco de unidad, buscando neutralizar la idea de revitalización del “albertismo”.

Parece claro que el acto se asemeja más a convergencia que a divergencia. También hay quienes vinculan esta búsqueda de unidad con el desafío que implica la elección legislativa que tendrá lugar dentro de un año. Si el peronismo se presenta unido, las chances de ganar estarán de su lado; una división -como pasó en 2013, 2015 y 2017- da posibilidades de triunfo a la oposición. Pero un año es muchísimo tiempo cuando la pandemia todavía tiene una evolución incierta, la economía enfrenta una crisis que según el Fondo Monetario puede superar a la de 2001 y la situación social muestra, además de la pobreza, el desempleo y la desigualdad, usurpaciones y el incremento de la delincuencia común. Basta mirar lo que ha pasado en la política argentina en los últimos dos meses -el 17 de agosto, cuando tuvo lugar el penúltimo banderazo faltaba todavía una semana para las explosivas declaraciones de Duhalde- para entender que lo que pueda pasar en los próximos doce meses estará plagado de incertidumbres e imponderables.

Rosendo Fraga, es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

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